El papel de la Educación, los Medios de Información y las Artes en el Desarrollo Social

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El papel de la Educación, los Medios de Información y las Artes en el Desarrollo Social

El papel de la Educación, los Medios de Información y las Artes en el Desarrollo Social Comentarios al borrador de la Declaración y Programa de Acción para el desarrollo social. Presentado por la Comunidad Internacional Baha'i durante la segunda reunión del Comité Preparatorio para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social

New York—23 August 1994

New York, New York
22 Agosto - 2 Septiembre 1994

I. La educación

La educación -reglada o no- constituye indudablemente el medio más eficaz de formar los valores, las actitudes, los comportamientos y destrezas que hacen posible el funcionamiento efectivo de una sociedad mundial integrada. Por lo tanto, el papel de la educación como promotora del desarrollo social y, sobre todo, de la integración social debe ser tema privilegiado de la Declaración y muy especialmente del Programa de Acción.

Lógicamente, tanto a nivel local, como nacional e internacional las actividades y programas educativos destinados a promover la integración social presentarán diferencias de detalle muy considerables. No obstante, dada la creciente interdependencia de nuestro mundo, todos los programas e iniciativas deberían contener ciertos rasgos comunes. De entre ellos destacamos los siguientes:

o enseñar la unidad en la diversidad como principio fundamental de integración social de las naciones y de la comunidad mundial

o cultivar la tolerancia, el amor, la fraternidad, la igualdad, la compasión, la comprensión, el sacrificio, la humildad y el compromiso activo con la justicia

o fomentar el aprecio de la riqueza e importancia de los varios sistemas culturales, religiosos y sociales en la medida en que éstos contribuyan a la integración social, la justicia y la unidad

o tomar como punto de partida los esfuerzos positivos realizados por el país y subrayar los logros concretos de integración social que sirvan como modelos de unidad racial, religiosa, nacional y étnica

o centrarse en el desarrollo moral de la persona, y en esa medida recalcar el papel de la virtud como fundamento de las actividades que promueven el bienestar espiritual y material de la persona y de la colectividad

o sensibilizar a las personas sobre sus derechos y responsabilidades correspondientes

o erradicar los estereotipos de religión, cultura, género, raza, clase, nacionalidad y etnicidad

o granjearse el apoyo ciudadano a las iniciativas de las Naciones Unidas, y a tal fin subrayar la importancia de la ONU como promotora de la colaboración y comprensión universales; explicar sus metas y programas; demostrar su actualidad y pertinencia para las gentes y naciones de la tierra; aclarar el papel que tal organismo ha de ir asumiendo en un mundo cada vez más reducido; y

o fomentar una ética de servicio y al servicio de toda la raza humana, empezando por la propia familia, los vecinos, la comunidad y la nación; y arbitrar los medios prácticos para su expresión en el proceso educativo a través de programas orientados hacia el servicio.

Además, los valores, las actitudes y destrezas que se impartan dentro de los diversos programas educativos deben traducirse en actos. En tal sentido y como medida práctica la Comunidad Internacional Baha'i recomienda encarecidamente que la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social adopte alguna modalidad de Servicio Juvenil Voluntario. En caso de organizarse y ponerse en marcha de manera adecuada y accesible a todos, tal Servicio Juvenil podría convertirse en un medio importantísimo con que plasmar el ideal de servicio a la humanidad y preparar a la juventud para una vida de compromiso activo con el prójimo. Además, el Servicio Juvenil permitiría que los jóvenes adquieran un conocimiento directo del mundo. Las experiencias así obtenidas les ayudarán a ver más allá de las diferencias que dividen -sean éstas culturales, religiosas, sociales, étnicas o nacionales-, y a reconocer los aspectos comunes que unen a los diversos pueblos de la tierra.

Las experiencias más ejemplares logradas a través del Servicio Juvenil podrían a su vez incorporarse a los currículos, y los modelos de conducta -por ejemplo, jóvenes que se esfuerzan, con humildad, por aprender y servir- podrían recibir especial atención en los cursos. Ello permitiría que el Servicio Juvenil, además de ser dado a conocer a posibles participantes, proporcione asimismo ejemplos inspiradores sobre jóvenes que, al reconocer su misma humanidad, han roto las trabas intelectuales y emocionales para construir un mundo de paz y justicia.

Con este fin debería establecerse un comité especial o grupo de trabajo que indique las pautas que promuevan la integración social, basada en la unidad en la diversidad, así como las propuestas que trasladen dicho principio a los programas educativos actuales, ya sean reglados o no. El comité o grupo de trabajo en cuestión podría iniciar su labor analizando las propuestas contenidas en documentos tales como Educación para la comprensión, la colaboración y paz internacionales, y La Educación y su relación con los derechos humanos y las libertades fundamentales, elaborados en 1974 por la UNESCO; el documento de 1993, del mismo organismo, titulado El plan mundial de acción a favor de los derechos humanos y la democracia; y Ciudadanía Mundial, una ética global para el desarrollo sostenible, elaborado por la Comunidad Internacional Baha'i.

II. La concienciación del público: el papel de las artes y medios de comunicación

La Declaración y el Programa de Acción deberán recomendar la creación de campañas de concienciación que centren la atención del público en la promoción de la unidad en la diversidad y en los grandes retos que tiene planteados la integración social. Tales campañas deberán hacer uso de las artes y de todo el abanico de medios de comunicación: televisión, vídeo, películas, radio, redes electrónicas, libros, revistas, carteles, folletos, teatro y música. Deberían asimismo recabar el apoyo de las industrias publicitarias y del ocio, de los medios de comunicación -tradicionales y no tradicionales-, del conjunto del sistema de las Naciones Unidas, de todos los Estados miembros, de las ONGs y de las personalidades populares; todo ello a fin de llegar a los hogares, lugares de trabajo, espacios públicos y escuelas. Las directrices arriba indicadas para los programas educativos servirían igualmente para estas campañas de integración social.

Los medios de comunicación ejercen un influjo poderoso sobre las actitudes y percepciones de las personas, de ahí su grave responsabilidad como agente de integración social. En la actualidad, gran parte de la atención informativa se centra en las diferencias, aparentemente insuperables, que dividen a los pueblos y naciones, y es muy poca la atención que se fija en los testimonios que prueban que tales diferencias pueden ser superadas. Es preciso elaborar un discurso global que explore los usos a que se prestan las nuevas tecnologías de la comunicación, hoy en rápido desarrollo, dar fundamento a la esperanza y promover la integración y desarrollo sociales. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de ayudar a que las personas comprendan que la diversidad, si bien ha sido a menudo causa de conflictos, es al propio tiempo un potente recurso para el desarrollo social. Un buen paso inicial en ese sentido vendría dado por la eliminación en la programación informativa de los estereotipos basados en la religión, la cultura, el género, la raza, la clase social, la nacionalidad y la etnicidad. Convendría, pues, que los mismos medios demostrasen, haciéndose eco de iniciativas constructivas, solidarias e integradoras, que la humanidad posee la capacidad para colaborar y hacer frente a sus desafíos.

Los medios de comunicación deben recalcar la importancia y el honor que supone servir a la humanidad. A través del servicio, los principios esenciales de la integración social -y entre ellos la compasión, la tolerancia, el amor, la comprensión, el sacrificio, la humildad y el compromiso con la justicia- se manifiestan en la sociedad. El servicio no sólo reporta beneficios inmediatos a la sociedad, sino que también crea lazos de solidaridad y un propósito mancomunado entre sus integrantes. Según los Escritos Baha'is, la paz, la justicia y la seguridad tomarán cuerpo en la tierra cuando todos los pueblos "se coordinen y se unan para servir al mundo de la humanidad".

La unidad en la diversidad, principio fundamental de la integración social, también puede promoverse -a nivel local, nacional e internacional- mediante la realización de concursos y la presentación de premios otorgados por los medios de comunicación, escuelas, organizaciones cívicas y gobiernos. Del mismo modo, debería recabarse los servicios de las agencias publicitarias a fin de que promuevan los valores fundamentales del desarrollo social.

III. Conclusión

Debe animarse a que todos los países destinen recursos específicos para promover una integración social basada en el principio fundamental de la unidad en la diversidad. Debería sopesarse la inclusión de dicho principio entre los indicadores del desarrollo social. Por ejemplo, podría animarse a que los países den cuenta en sus informes de los esfuerzos que vienen realizando en pro de la tolerancia, la comprensión y aprecio por las demás culturas, la igualdad de los sexos, el concepto de una sola familia humana, el servicio a la comunidad, a la nación y al mundo entero.