Hacia un Sistema Alimentario Sostenible

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Hacia un Sistema Alimentario Sostenible

Declaración de la Oficina de Bruselas de la Comunidad Internacional Bahá'í publicada en ocasión de la reunión informal de ministros europeos de agricultura y pesca que tendrá lugar del 14 al 16 de septiembre

Bruselas—13 September 2022

El agravamiento de la inseguridad alimentaria en numerosas partes del mundo es una de las múltiples consecuencias de la guerra en Europa. Sin embargo, el desafío inmediato es sólo un síntoma evidente de un orden alimentario mundial deteriorado.  Las limitaciones de las estructuras políticas y económicas que sustentan el sistema alimentario se han puesto en evidencia ampliamente en los últimos años a través de los empeños de la comunidad internacional para responder a amenazas tan diversas como enfermedades infecciosas y el cambio climático. Aunque, con toda razón, se presta atención a las necesidades urgentes de garantizar suficiente producción y distribución de alimentos a corto plazo, las conversaciones actuales sobre la seguridad alimentaria ofrecen una oportunidad para que el discurso se eleve por encima de la preocupación por las causas inmediatas y aborde los retos sistémicos del orden alimentario mundial. A falta de esta conversación, el desarrollo de políticas estará condenado a ir dando tumbos de crisis en crisis, sin poder encontrar más que soluciones temporales y parciales. 

Aunque en las últimas décadas se han producido avances en la producción agrícola mundial, el mundo necesita un sistema alimentario que sea sostenible, que no explote a las personas ni a los  recursos naturales, y que abastezca a toda la población mundial. Esto requerirá no sólo la aplicación de tecnologías nuevas, sino también la consideración de los principios y postulados que subyacen las prácticas y políticas agrícolas desde el nivel local hasta el internacional.

El principio más importante que debe regir el funcionamiento del sistema alimentario es el de la unidad de la humanidad. Cada individuo, comunidad, nación o región del mundo forma parte de una entidad unificada, el bienestar de cuyas partes es inseparable del bienestar del conjunto.  Debido a las repercusiones que las políticas de la Unión Europea tienen en otros continentes, iniciativas como la Política Agrícola Común deberán diseñarse y evaluarse teniendo en cuenta su impacto en los agricultores, las comunidades rurales y las economías más allá de las fronteras de Europa.

El progreso hacia un sistema alimentario que promueva el bien común mundial dependerá en gran medida de la forma y el grado en que se tengan en cuenta diferentes perspectivas. Los empeños por reformar el sistema alimentario mundial deben de empezar por reconocer que ningún conjunto de actores ni ningún continente por separado, posee todos los conocimientos necesarios para asentar la seguridad alimentaria mundial sobre una base firme. Se requiere un proceso colectivo de investigación, con mecanismos y estructuras innovadoras que vinculen a las diversas partes interesadas de todas las regiones del mundo, desde los agricultores hasta los investigadores, con los espacios en los que se toman las decisiones consecuentes. Además, la ampliación de la participación debe entenderse no sólo como una negociación destinada a producir un consenso aceptable, sino como una investigación colectiva sobre las implicaciones de los sistemas alimentarios sostenibles, en la cual todos se comprometen de forma significativa y a la cual todos contribuyen.

La influencia actual e histórica del continente europeo le confiere tanto la oportunidad como la responsabilidad de luchar por el desarrollo de un orden alimentario mundial justo. Aunque la magnitud del desafío requerirá sin duda un compromiso a largo plazo y una reevaluación constante de los métodos y enfoques, centrarse en generar consenso entre un círculo cada vez más amplio de partes interesadas contribuirá a garantizar que un proceso global de investigación sobre las bases de un sistema alimentario sostenible rinda sus frutos.