Desde La Cuna Hasta La Tumba

La persecución a los bahá’ís promovida por el estado de Irán a lo largo de toda su vida

Tal y como sacó a la luz hace poco el experto especial de Naciones Unidas para la libertad de religión y creencia, la persecución a la comunidad bahá’í de Irán dura desde la cuna hasta la tumba y afecta a los bahá’ís en cada etapa de sus vidas.

Actualmente hay tres bebés encarcelados junto con sus madres.

En las escuelas de educación primaria y secundaria, los profesores acosan e insultan a sus estudiantes con frecuencia.

En todo Irán, a los jóvenes bahá’ís se les niega el acceso a la educación superior.

Los adultos tienen restringido el acceso a puestos de trabajo públicos y se les discrimina en prácticamente cada uno de los demás sectores económicos.

El matrimonio bahá’í no se reconoce, se les deniegan las herencias.

A los ancianos les impiden cobrar las pensiones que se han ganado legítimamente.

Esta discriminación ilimitada llega incluso hasta la muerte. En muchos lugares los bahá’ís no tienen derecho a un entierro digno y los ataques incendiarios y el vandalismo (actos que no se investigan) contra los cementerios bahá’ís perpetúan esta persecución hasta después de la muerte.

Niños presos

Entre los 115 bahá’ís que hay actualmente en prisión, 3 son niños lactantes, encarcelados con sus madres, quienes tuvieron que comparecer en prisión a pesar de tener hijos en edad de lactancia.

Las tres madres son de la ciudad de Semnan, que ha sido foco de actividades anti-bahá’ís promovidas por el gobierno.

Las tres fueron arrestadas y encarceladas con acusaciones falsas tan sólo por ser bahá’ís. Dos de las mujeres fueron arrestadas en marzo de 2011. Después del tiempo para las apelaciones, les dijeron a las dos que comparecieran en prisión en septiembre de 2012. Se sabe menos acerca del estado de la tercera madre y su hijo, a parte de que la arrestaron por primera vez en diciembre de 2012.

Al estar expuestos a las duras condiciones de la prisión, al menos dos de los niños han sufrido problemas de salud.

En uno de los casos, el niño (que tenía seis meses cuando ingresó en prisión con su madre) contrajo una infección en los intestinos. Su padre lo sacó de la cárcel temporalmente para darle un tratamiento médico hace unos pocos meses, pero después lo llevaron de nuevo con su madre.

En el segundo caso, el niño (que sólo tenía un mes cuando ingresó en prisión) contrajo una infección de pulmón debido a las condiciones poco higiénicas. Desafortunadamente, sus dos padres están en prisión y la madre ha decidido tratar allí a su bebé. El hecho de que ambos padres estén encarcelados también ha causado preocupación por la salud nutricional del niño ahora que está creciendo, puesto que sus familiares tienen menos oportunidades para llevarle comida sana durante sus visitas y en vacaciones.

Acoso a los niños en las escuelas

En los últimos años, el acoso a los niños en las escuelas ha aumentado considerablemente.

Los incidentes individuales oscilan entre comentarios denigrantes de profesores de escuela sobre la Fe bahá’í, hasta expulsiones indebidas y, en unos pocos casos, palizas por parte de funcionaros de las escuelas. En uno de los casos, por ejemplo, las autoridades siguieron a un estudiante que había sido admitido en un instituto de arte y en tres ocasiones lo apresaron, le vendaron los ojos y le pegaron, según un informe de 2007. Entre estos incidentes también hay pruebas de que los funcionarios de las escuelas realizan vigilancia secreta y otros esfuerzos descarados para identificar a estudiantes bahá’ís.

En total, la Comunidad Internacional Bahá’í ha conseguido documentar casi 300 incidentes como estos de acoso, abusos o palizas a escolares desde 2005.

Muchos de estos incidentes, además, van acompañados de situaciones en las que los estudiantes se ven forzados a soportar en sus aulas ataques contra la historia o las enseñanzas de la Fe bahá’í, con la clara intención de disuadirlos de sus creencias religiosas e inducirlos a convertirse al islam. Esto contradice flagrantemente la protección internacional de libertad de culto y religión. Muchos libros de texto iraníes, además, denigran, distorsionan o falsifican la historia y las enseñanzas de la Fe bahá’í y se exige que los estudiantes, incluidos los niños bahá’ís, aprendan esa historia y se examinen.

Expulsados de la universidad

Poco después de la Revolución Iraní de 1979, a los jóvenes bahá’ís se les impidió asistir a instituciones de estudios superiores en Irán y despidieron sumariamente a los profesores bahá’ís. En los últimos años, debido a la presión internacional, Irán ha cambiado su procedimiento de admisión, supuestamente admitiendo a los bahá’ís en las facultades y universidades de Irán. Sin embargo, lo único que ha hecho el gobierno en realidad ha sido levantar nuevas barreras que permiten que algunos bahá’ís vayan a clases, pero les impiden explícitamente obtener títulos universitarios.

Hace algún tiempo, el gobierno utilizaba un mecanismo sencillo para excluir a los bahá’ís de la educación superior: simplemente requería que todas las personas que hicieran el examen nacional de acceso a la universidad declarasen su religión. Los estudiantes que no marcasen una de las cuatro religiones oficiales de Irán (islam, cristianismo, judaísmo y zoroastrianismo) no eran admitidos.

Para los bahá’ís, decir la verdad acerca de sus creencias es una cuestión de principio religioso, así que incluso declararse falsamente como musulmanes para poder ir a la universidad era impensable. Así que los bahá’ís seguían teniendo bloqueado el acceso a las facultades y universidades privadas y públicas de Irán.

A finales de 2003, el gobierno anunció que eliminaría la declaración de la afiliación religiosa de la solicitud del examen nacional de acceso a la universidad. Esto parecía abrir el paso para que los bahá’ís pudieran examinarse e inscribirse.

Sin embargo, cada año desde entonces, el gobierno ha utilizado un nuevo plan o estratagema para impedir que muchos bahá’ís entren en la universidad.

En 2004 y 2005, el gobierno devolvió los exámenes con la palabra «islam» sellada en la casilla de información religiosa del aspirante a estudiante. En 2006, la táctica principal que utilizaron para impedir a los bahá’ís el acceso a la educación superior fue la expulsión. Unos 900 estudiantes bahá’ís se examinaron en junio de 2006. Casi 500 aprobaron y se les permitió presentar solicitudes de inscripción en las universidades. Sin embargo, de los 200 que finalmente lograron inscribirse, la mayoría fueron expulsados gradualmente a lo largo del siguiente año académico.

En una carta confidencial de 2006, se confirmó que esas expulsiones reflejaban una política gubernamental oficial. La carta, escrita por el Ministerio de Ciencia, Investigación y Tecnología de Irán, instruía a las universidades iraníes a que expulsaran a todos los estudiantes a los que identificaran como bahá’ís.

En 2007 el gobierno adoptó otra táctica, la de devolver los exámenes de acceso considerándolos «incompletos». De los más de 1000 estudiantes bahá’ís que se presentaron y cumplimentaron adecuadamente los exámenes de acceso, les negaron el acceso a casi 800 porque sus datos estaban «incompletos».

Desde entonces, el gobierno ha seguido con estas tácticas, bien negándose a admitir a estudiantes cualificados debido a sus «datos incompletos», o expulsándolos de la universidad una vez se habían inscrito.

Así pues, se le ha impedido el acceso a las universidades públicas y privadas de Irán a toda una generación de jóvenes bahá’ís. Algunos han logrado obtener educación de forma autónoma, a través de cursos online, o iniciativas informales de la comunidad bahá’í para proveer del aprendizaje equivalente.

Persecución económica

Como parte de un plan explícito para bloquear el desarrollo de la comunidad bahá’í, el gobierno ha puesto varias restricciones a las actividades económicas a las que los bahá’ís pueden dedicarse. Estas políticas han implicado el despido de decenas de miles de bahá’ís de sus trabajos, así como la pérdida de millones de dólares de ingresos para los bahá’ís y los beneficios recíprocos en los que esto revertiría para la economía iraní.

Inmediatamente después de la Revolución de 1979, despidieron a todos los bahá’ís de los empleos públicos – profesores, policías, trabajadores sociales, etc. -y la prohibición general de trabajar en el sector público sigue en vigor.

En el sector privado, los bahá’ís se han enfrentado a cada vez mayores restricciones. Las agencias de regulaciones gubernamentales han presionado a los empresarios musulmanes a despedir a los bahá’ís o a limitar sus posibilidades. En algunos casos, por ejemplo, sectores completos, tales como la manipulación de alimentos o los medios de comunicación, se han declarado como prohibidos para los bahá’ís. En otros casos, los funcionarios locales han acosado los negocios de los bahá’ís repetidamente, negándoles licencias de negocio o cerrando sus tiendas.

En la ciudad de Semnan, donde los bahá’ís se han enfrentado a ataques generales económicos, físicos y psicológicos, las autoridades han cerrado con candado todas las tiendas bahá’ís, excepto una. En mayo de 2012 las autoridades también cerraron dos fábricas pertenecientes a bahá’ís, dejando sin empleo no sólo a una docena de bahá’ís, sino también a 36 empleados musulmanes.

La campaña para privar a los bahá’ís de su fuente de ingresos continúa. A principios de este año, se cerró una distribuidora grande de Teherán de productos de higiene que pertenece a bahá’ís y como resultado 70 empleados perdieron sus trabajos. Se advirtió al empresario bahá’í que no presentara quejas.

Los matrimonios no se reconocen, las herencias se niegan

En Irán, ni el matrimonio ni el divorcio bahá’í se reconocen legalmente, lo cual conduce a varias formas de discriminación, y a menudo se niegan o se bloquean las herencias.

En 2011, por ejemplo, una pareja bahá’í de Hamadan acudió al registro civil para presentar un acta para su matrimonio. Los funcionarios les dijeron que, basándose en una circular reciente, los que quisieran registrar sus matrimonios deberían acudir a la corte. Por lo tanto, fueron a la corte, donde los arrestaron y después los dejaron en libertad bajo fianza.

Aquel mismo año, las oficinas de matrimonio de Shiraz habían anunciado la prohibición de celebrar cualquier ceremonia nupcial de una pareja interreligiosa entre una persona bahá’í y otra musulmana. El anuncio amenazaba con cerrar las oficinas si no seguían las instrucciones.

También surgen problemas cuando les corresponde heredar dinero o propiedades a  los bahá’ís de sus familiares musulmanes. Por ejemplo, en 1999 un artículo de un periódico iraní describía varias circunstancias en las que un bahá’í que reclama una herencia no puede disfrutar de sus derechos de heredero porque los bahá’ís «se consideran infieles y están excluidos de la herencia».

Jubilaciones denegadas

A lo largo de los años, en muchos casos relacionados con el trabajo, muchos bahá’ís han visto sus pensiones, que habían ganado legítimamente, denegadas por razón de su religión. Algunos han intentado recurrir, pero los juzgados dictan en su contra sistemáticamente. Las copias de las decisiones de la corte en estas ocasiones afirman explícitamente: «el pago de la pensión a aquellos que están relacionados con la secta bahá’í es ilegal» [o una «acción prohibida»].

En Karaj, el 25 de septiembre de 2012, una bahá’í acudió a una convocatoria de la oficina de pensiones del departamento de medicina de Karaj. Allí le informaron de que la pensión de su padre se iba a cortar ya que él era bahá’í. Cuando la bahá’í preguntó si el funcionario sabía durante cuántos años había servido su padre a la gente de Irán, el funcionario reconoció que había leído en los archivos del jubilado que había viajado de casa en casa y de aldea en aldea para proveer de tratamientos médicos a la gente. Pero dijo: «De acuerdo con la fetua que ha dictado el Imán, se deben parar todas las pensiones pagadas a bahá’ís». Dijo además que él no estaba en posición de hacer comentarios al respecto.

Profanaciones en los cementerios e impedimentos para los entierros

Los bahá’ís no se libran de la persecución ni siquiera después de la muerte. Entre las características dramáticas del aumento de la violencia contra los bahá’ís y sus propiedades durante los últimos años han figurado los ataques contra los cementerios bahá’ís. Estos ataques han implicado bombardeos contra monumentos de sepultura, la destrucción de lápidas y arbustos, pintadas de graffiti en las paredes de los cementerios y la exhumación de cadáveres. Dadas las normas culturales que consideran sagrados los ritos funerarios y a los cementerios como tierra sagrada, estos ataques son especialmente aberrantes y horripilantes.

Desde 2005, la Comunidad Internacional Bahá’í ha documentado 42 ataques de este tipo. Han ocurrido en casi todas las regiones del país.

En varias comunidades, incluso las autoridades municipales han interferido con los derechos de los bahá’ís a un entierro digno, o incluso se lo han negado.

En uno de estos casos, las autoridades de Tabriz se negaron a permitir que la familia de una bahá’í difunta enterrara sus restos de acuerdo a la ley bahá’í. El día después de su fallecimiento, las autoridades del cementerio notificaron a la familia que el entierro tendría lugar al día siguiente y les asignaron una hora. No le dijeron a la familia, hasta que los invitados y la familia se habían reunido para el funeral, que no se les permitiría realizar el entierro bahá’í. No se hizo ningún funeral y todos se marcharon del cementerio. El hijo de la difunta llevó la queja de la familia a la oficina del alcalde, el municipio, la oficina del gobernador, la oficina del gobernador general, el consejo islámico de la ciudad de Tabriz y el líder de la oración de los viernes de Tabriz. Le dijeron que no cambiarían las instrucciones. Como resultado, el líder de la oración de los viernes les envió una carta a los funcionarios del cementerio dando instrucciones de que transfirieran los restos de la difunta a otro cementerio en Miandoab. Al saber de esto, la familia fue hasta Miandob, identificó a la difunta y enterró sus restos de acuerdo con las leyes bahá’ís para el entierro.