Replanteamiento de la Prosperidad

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Replanteamiento de la Prosperidad

Forjar alternativas a una cultura de consumismo. Contribución de la Comunidad Internacional Baha'i al 18º Período de Sesiones de la Comisión de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible

3 May 2010

Con el telón de fondo del cambio climático, la degradación medioambiental y los extremos paralizantes de riqueza y pobreza, la transformación de una cultura de consumismo desmesurado en una cultura de sostenibilidad ha ganado impulso en gran medida mediante los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil y agencias gubernamentales de todo el mundo. Más allá de políticas informadas y «tecnologías más verdes», se trata de una transformación que requerirá una evaluación sincera de nuestra forma de entender la naturaleza humana y de los marcos culturales que dirigen las instituciones de gobierno, comercio, educación y medios de comunicación de todo el mundo. Habremos de replantearnos con actitud crítica qué es natural y qué es justo. La cuestión del consumo y la producción sostenibles, que esta Comisión está examinando, se tendrá que considerar en el contexto más amplio de un orden social enfermo (caracterizado por la competición, la violencia, el conflicto y la inseguridad) del cual forma parte.

En su contribución a la revisión de la Comisión del Marco de 10 Años de los Programas[1] sobre Consumo y Producción Sostenibles, la Comunidad Internacional Baha'i quiere, primero, resaltar las fortalezas de este Marco evolutivo y, en segunda instancia (en la misma línea de la visión de lo expuesto arriba), identificar cuestiones que requieren mayor elaboración. En cuanto a sus fortalezas: el Marco tiene en cuenta los aspectos económicos, sociales y medioambientales de la transición al consumo y producción sostenibles, rompiendo así con la fragmentación que siempre ha habido entre estos ámbitos[2]; reconoce la interconexión entre los temas del Marco (por ejemplo, la educación, el desarrollo de capacidad institucional, la participación de las mujeres, la aplicación del conocimiento indígena, etc.)[3]; ha procurado que participen las partes interesadas de todo el mundo, mediante consultas regionales; y apela a protagonistas de todos los estratos de la sociedad a alcanzar las metas dispuestas en él.

Sin embargo, dado que el Marco pretende promover el cambio hacia el consumo y la producción sostenibles (desafiando de forma implícita normas y valores culturales que han promovido el consumismo a toda costa), habrá que examinar y, en muchos casos, revisar una serie de conceptos subyacentes para poder avanzar hacia dichas metas. Entre ellos están la concepción de la naturaleza humana; del desarrollo (y la naturaleza del progreso y la prosperidad); de la naturaleza y las causas de las crisis económicas recientes; de los procesos del desarrollo tecnológico; y de los medios y fines de los procesos educativos. Invitamos a otros que estén trabajando de forma activa para promocionar el consumo y la producción sostenibles a que dialoguen con nosotros sobre estas cuestiones subyacentes para aprender de las perspectivas y experiencias de los demás, y para avanzar colectivamente en la construcción de una sociedad justa y sostenible.

La naturaleza humana

El tema de la naturaleza humana desempeña un papel importante en el discurso sobre el consumo y la producción sostenibles, ya que nos insta a replantearnos en profundidad quiénes somos y cuál es nuestro propósito en la vida. La experiencia humana es de naturaleza esencialmente espiritual: está enraizada en la realidad interior (o lo que algunos llaman el «alma») que tenemos en común. Sin embargo, la cultura del consumismo ha reducido a los seres humanos a consumidores de bienes competitivos e insaciables y a objetos de manipulación del mercado. Algunas opiniones comunes asumen la existencia de un conflicto inextricable entre lo que la gente quiere en realidad (es decir, consumir más) y lo que la humanidad necesita (es decir, el acceso equitativo a los recursos). ¿Cómo podemos resolver entonces la contradicción paralizante de que, por un lado, queremos un mundo de paz y prosperidad, mientras que, por otro lado, gran parte de la teoría económica y psicológica describe al ser humano como esclavo de sus propios intereses? Las facultades que necesitamos para construir un orden social más justo y sostenible (moderación, justicia, amor, razón, sacrificio y servicio al bien común) se han descartado demasiado a menudo como ideales ingenuos. Sin embargo, estas y otras cualidades relacionadas son las que deben impulsarse para superar los rasgos del ego, la codicia, la apatía y la violencia, que a menudo se ven premiados por el mercado y las fuerzas políticas que dirigen los patrones actuales de consumo y producción insostenibles.

Visión del desarrollo

De modo similar, la articulación de una visión de la sostenibilidad debe emerger de un discurso público sobre la naturaleza y el propósito del desarrollo humano y del papel que se les asigna a sus protagonistas.

La Comunidad Internacional Baha'i entiende la transición al consumo y producción sostenibles como parte de un empeño mundial que permite que todas las personas puedan cumplir con su doble propósito, es decir, desarrollar sus potencialidades inherentes y contribuir al mejoramiento de la comunidad. No basta con entender el consumo y la producción sostenibles como la creación de oportunidades para que quienes viven en la pobreza cubran sus necesidades básicas. Más bien, con el entendimiento de que cada individuo tiene una contribución que hacer a la construcción de un orden social más justo y pacífico, estos procesos deben organizarse de modo que permitan a cada uno desempeñar el papel que le corresponde como miembro productivo de la sociedad. Dentro de este marco, el consumo y la producción sostenibles podrían caracterizarse como procesos que cubren las necesidades materiales, sociales y espirituales de la humanidad a lo largo de sucesivas generaciones y permiten que todos los pueblos contribuyan al avance continuo de la sociedad.

Ahora el progreso en el ámbito técnico y político debe ir acompañado del diálogo público (entre participantes de origen rural y urbano; entre los materialmente pobres y los adinerados; entre hombres, mujeres y jóvenes por igual) sobre las bases éticas del cambio sistémico requerido. Un orden social sostenible se distingue, entre otras cosas, por una ética de reciprocidad y equilibrio en todos los niveles de la organización humana. El cuerpo humano es una buena analogía: en él, millones de células colaboran para hacer posible la vida humana. La impresionante diversidad de forma y función las conecta en un proceso de dar y recibir que dura toda la vida. Representa la expresión suprema de la unidad en diversidad. En un orden así, el concepto de justicia se encarna en el reconocimiento de que los intereses del individuo y los de la comunidad están enlazados inextricablemente. La búsqueda de la justicia dentro del marco de la unidad (en diversidad) provee una guía para la deliberación y la toma de decisiones colectiva y ofrece un medio por el que se pueden lograr el pensamiento y la acción unificadas.

En última instancia, la transformación requerida para avanzar hacia el consumo y la producción sostenibles requerirá nada menos que un cambio orgánico en la estructura de la sociedad misma de modo que refleje por completo la interdependencia de todo el cuerpo social (e igualmente la interconexión con el mundo natural que lo sostiene). Entre estos cambios, muchos de los cuales ya son el centro de una porción considerable del discurso público, están: la consciencia de la ciudadanía mundial; la futura federación de todas las naciones mediante un sistema integrado de gobierno con capacidad de tomar decisiones de alcance mundial; el establecimiento de estructuras que reconozcan la pertenencia común de los recursos del planeta a toda la humanidad; el establecimiento de la igualdad completa entre los hombres y las mujeres; la eliminación de todo tipo de prejuicio; el establecimiento de una moneda universal y otros mecanismos integradores que promuevan la justicia económica mundial; la adopción de un idioma auxiliar internacional para facilitar el entendimiento mutuo; y la desviación de enormes fondos militares hacia fines sociales constructivos[4].

Crisis del sistema económico actual

Como bien sabemos, el modelo dominante de desarrollo depende de una sociedad de consumidores vigorosos de bienes materiales.[5] En un modelo así, los niveles imparablemente crecientes de consumo se toman como indicadores de progreso y prosperidad. Esta preocupación por la producción y la acumulación de objetos materiales y comodidades (como fuentes de sentido, felicidad y aceptación social) se ha consolidado en las estructuras de poder e información, y ha excluido las voces y los paradigmas discordantes. El cultivo descontrolado de necesidades y deseos ha dado lugar a un sistema totalmente dependiente del consumo excesivo de unos pocos privilegiados, mientras que ha reforzado la exclusión, la pobreza y la desigualdad de la mayoría. Cada una de las sucesivas crisis mundiales (ya sea climática, energética, de alimentación, de agua, de enfermedades o financiera) ha revelado nuevas dimensiones de la explotación y la opresión inherentes a los patrones actuales de consumo y producción. Los contrastes entre el consumo de lujos y el coste de la provisión de las necesidades básicas son clamorosos: la educación básica para todos costaría 10.000 millones de dólares[6]; mientras que se dedican 82.000 millones de dólares en cigarrillos solamente en Estados Unidos.[7 La erradicación del hambre en el mundo costaría 30.000 millones de dólares[8]; el agua y el saneamiento 10.000 millones.[9] En comparación, el presupuesto militar mundial subió a 155 billones de dólares en 2008.[10]

La visión exclusivamente materialista del mundo que subyace en gran parte del pensamiento económico moderno ha contribuido a la degradación de la conducta humana, al desbaratamiento de las familias y comunidades, a la corrupción de instituciones públicas y a la explotación y marginalización de amplios sectores de la población (mujeres y niñas especialmente). Sin duda, la actividad económica y el fortalecimiento de la economía (un proceso que podría incluir el crecimiento económico, pero que no es sinónimo de él) desempeñan un papel central en el logro de la prosperidad de una región y su población. Sin embargo, el cambio hacia una sociedad más justa, pacífica y sostenible requerirá que se preste atención a una dinámica armoniosa entre la dimensión material y no material (o moral) del consumo y la producción. Esta segunda dimensión será esencial para establecer las bases de relaciones humanas justas y pacíficas; éstas incluyen la generación de conocimiento, cultivar confianza y confiabilidad, la erradicación del racismo y la violencia, la promoción del arte, la belleza, la ciencia, y la capacidad de la colaboración y la resolución pacífica de los conflictos.

A la luz de lo expuesto, también es importante enfatizar la relación que existe entre la producción y el empleo como una dimensión crítica de una economía fuerte. Demasiado a menudo, el crecimiento de la productividad ha ido acompañado por la externalización o por una mayor automatización y, por lo tanto, niveles crecientes de desempleo. Un enfoque obsesionado con maximizar beneficios también ha valorado la reducción de la mano de obra siempre que ha sido posible. Bajo el sistema actual, el desempleo y el subempleo se están disparando y la mayoría de la población mundial no gana lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Quienes viven en la pobreza no tienen ningún medio por el que expresarse en un sistema así. La producción sostenible no requiere solamente una tecnología «más verde», sino que más bien debería incluir sistemas que permitan a los seres humanos contribuir al proceso productivo. En un sistema así, todos son productores y tienen la oportunidad de ganar lo suficiente (o de recibirlo, si son incapaces de ganárselo) para cubrir sus necesidades. Más allá de constituir un medio para generar riqueza que cubra las necesidades básicas, el trabajo ofrece un papel en la comunidad y en el desarrollo del talento propios y el refinamiento del carácter, rindiendo un servicio y contribuyendo al avance de la sociedad.

El desarrollo tecnológico

El Marco de los Programas enfatiza la importancia de la transferencia tecnológica y el intercambio de conocimiento para lograr niveles sostenibles de consumo y producción. Sin embargo, la mayor parte del desarrollo tecnológico está dirigido por fuerzas del mercado que no reflejan las necesidades básicas de los pueblos del mundo. Además, la insistencia entransferir tecnología sin acompañarla de esfuerzos para aumentar la participación en la generación y la aplicación del conocimiento solo puede servir para aumentar la brecha entre ricos y pobres (los «creadores» y los «usuarios» de la tecnología). El desarrollo de la capacidad para identificar las necesidades tecnológicas y para la innovación y adaptación de la tecnología (a la luz de las necesidades sociales y las limitaciones medioambientales) será vital para el progreso social. La transformación de realidades sociales complejas requerirá el desarrollo de la capacidad institucional entre las poblaciones locales para crear y aplicar el conocimiento de forma que cubran las necesidades específicas de esa población. Esta cuestión de la capacidad institucional (por ejemplo, el establecimiento de centros regionales de investigación y capacitación) constituye un gran desafío para el desarrollo sostenible. Si se logra con éxito, sin embargo, el resultado será la ruptura del presente flujo desequilibrado de conocimiento en el mundo y se conseguirá que el desarrollo se disocie de los procesos de modernización malintencionados. Las tecnologías «modernas» estarán caracterizadas por una orientación hacia la búsqueda de respuestas a las necesidades definidas por la población local y por prioridades que tienen en cuenta la prosperidad tanto material como moral de la sociedad en su conjunto.

La educación

El Marco de los Programas identifica la educación y la capacidad institucional como dos de los programas que podrían impulsar la implementación de patrones sostenibles de consumo y producción. Sin embargo, para que consigan efectuar cambios profundos en las mentes de la gente y en las estructuras de la sociedad (necesarios para girar hacia la sostenibilidad), la naturaleza de los procesos educativos requerirá un replanteamiento. Como punto de partida, el programa de educación tendrá que estar basado en una visión clara del tipo de sociedad en que queremos vivir; y del tipo de personas que lo lograrán. Tiene que ayudar a los estudiantes a reflexionar sobre el propósito de la vida y ayudarles a salirse de sus realidades culturales para desarrollar visiones y enfoques alternativos a los problemas de su entorno, y comprender las muchas consecuencias de su comportamiento y ajustarlo en consecuencia.

Las escuelas mismas deben participar en el proceso de transformación social. El currículum no se puede limitar a impartir conocimiento y destrezas pertinentes; más bien debería proponerse desarrollar el vasto potencial inherente al ser humano. Se debe ayudar a las personas a canalizar este potencial hacia el mejoramiento de sus comunidades y el avance de la sociedad en su conjunto. El grado de consciencia y el sentido profundo de servicio y colaboración exigidos por la transformación de los comportamientos individuales y las fuerzas institucionales hacia la sostenibilidad requerirán una transformación de los procesos educativos conmensurable con la presente tarea.

Enfoque baha'i sobre la transformación cultural

La transformación cultural implica cambios deliberados en las elecciones personales y en las estructuras y normas institucionales. Durante más de una década, la comunidad mundial baha'i ha estado realizando esfuerzos sistemáticos para efectuar una transformación en las personas y las comunidades de todo el mundo para inspirarlos y construir en ellos la capacidad de servir. El marco para la acción que guía estas actividades está fundamentado en una dinámica de aprendizaje caracterizada por la acción, la reflexión y la consulta. En miles de comunidades, los baha'is han puesto en marcha procesos a nivel de barrio que buscan el empoderamiento de personas de todas las edades para reconocer sus capacidades espirituales[11] y canalizar sus energías colectivas hacia el mejoramiento de sus comunidades. Conscientes de las aspiraciones de los niños del mundo y de su necesidad de educación espiritual, han empezado clases de niños cuyo propósito es establecer las bases de un carácter noble y recto. Para los jóvenes entre los 11 y 14 años, han creado un entorno de aprendizaje que les ayuda a formar su identidad moral en un momento tan crítico de sus vidas y a desarrollar destrezas que les alienten a canalizar sus energías creativas hacia el mejoramiento de sus comunidades. Todos están invitados a interactuar en pequeños grupos de estudio participativo centrados en conceptos básicos y en sí mismos, que animan a los participantes a convertirse en agentes de cambio en sus propias comunidades en una dinámica de aprendizaje y una orientación hacia el servicio.

El enfoque del desarrollo curricular de estas actividades no ha sido uno de diseño, puesta en práctica y evaluación; más bien, el primer paso para escribir cualquier conjunto de materiales se ha dado al surgir la experiencia de la acción de las bases como respuesta a una necesidad particular de desarrollo. Los materiales curriculares se refinan continuamente a la luz de los nuevos conocimientos y entendimientos. Los cambios culturales son evidentes en la mayor capacidad de llevar adelante la acción colectiva, de verse a sí mismo como un agente de cambio en la comunidad, como un humilde estudiante, como un participante activo en la generación, difusión y aplicación del conocimiento. El continuo ciclo de aprendizaje mediante acción, reflexión y consulta ha aumentado la consciencia de las necesidades y los recursos de las comunidades y, al mismo tiempo, ha fortalecido los mecanismos para la acción y deliberación colectivas.

Además, profesionales de varios campos se han unido en organizaciones inspiradas por principios y valores baha'is para trabajar por el consumo y la producción sostenibles. El Foro Baha'i Europeo de Negocios (European Baha'i Business Forum) y entidades afiliadas de otras regiones están trabajando con líderes del comercio para que las causas sociales se consideren por encima del beneficio, incluidos la sostenibilidad en los procesos de producción y la responsabilidad corporativa. El Foro Internacional del Medioambiente (International Environment Forum)[12] lleva tiempo promoviendo estilos de vida sostenibles y el consumo más ético, con la participación, entre otras acciones, en la pasada Red de Ciudadanos Consumidores (Consumer Citizenship Network) de Europa y ahora con su adhesión a la Asociación por la Educación e Investigación para la Vida Responsable (Partnership for Education and Research for Responsible Living)[13]

El movimiento de redefinición de las normas culturales a la luz de las exigencias de la justicia y la sostenibilidad está ya en marcha. En diferentes medidas, las destacadas instituciones culturales (gobiernos, agencias educativas y medios de comunicación, entre otros), así como empresas, organizaciones religiosas y la sociedad civil están llevando los valores de la sostenibilidad al frente de la consciencia pública.

Visiones más amplias del propósito del ser humano y la prosperidad están avanzando desde la periferia hacia el centro del discurso público. Se hace evidente que el camino a la sostenibilidad será uno de empoderamiento, colaboración y procesos continuos de preguntas, aprendizaje y acción en todas las regiones del mundo. Se moldeará con las experiencias de mujeres, hombres, niños, ricos, pobres, gobernantes y gobernados, cuando se le permita a cada uno desempeñar el papel que le corresponde en la construcción de una nueva sociedad. A medida que las poderosas corrientes de consumismo, consumo ilimitado, pobreza extrema y marginalización retrocedan, revelarán las capacidades humanas de justicia, reciprocidad y felicidad.

Comunidad Internacional Baha'i (mayo 2010)


[1] El objetivo principal del Marco de 10 Años para Programas es ser un marco mundial para la acción en cuanto al consumo y la producción sostenibles que los países puedan aprobar y con el que se puedan comprometer para acelerar el cambio hacia patrones de consumo y producción sostenibles, y así promover el desarrollo socioeconómico dentro de los límites de la capacidad ecológica de los ecosistemas y desligar el crecimiento económico de la degradación ecológica. El mayor desafío consiste en proporcionar no solo los programas clave para el marco, sino también los mecanismos para su implementación (por ejemplo, asistencia financiera, desarrollo de capacidad y asistencia técnica). Ver: Proposed Input to CSD 18 and 19 on a 10-Year Framework of Programmes on Sustainable Consumption and Production (Propuestas al CDS 18 y 19 sobre un Marco de 10 Años de Programas sobre Desarrollo y Producción Sostenibles). Tercer Borrador Público (2 de septiembre de 2009). Preparado por la Secretaría de Procesos de Marrakech: Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (DAES) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

[http://esa.un.org/marrakechprocess/pdf/Draft3_10yfpniputtoCSD2Sep09.pdf]

[2] «Aplicar una perspectiva de ciclo vital al sistema económico puede proveer una forma de estructurar el enfoque general del Marco para Programas de 10 años, así como de identificar necesidades concretas que requieren actuación y también protagonistas. Permite un enfoque único, bien en la producción o en el consumo, o bien un enfoque integrado en ambos, sin perder de vista el impacto económico, social y medioambiental de los productos y servicios a lo largo de todo su ciclo vital. Como está basada en el uso total de los recursos que entran en la producción de bienes y en la provisión de servicios así como en las emisiones y los residuos resultantes, esta perspectiva de ciclo vital ofrece una imagen holística de los aspectos que requieren solución, así como la posible intervención sinérgica a lo largo de la cadena de producción y consumo». Proposed Input to CSD 18 and 19 on a 10-Year Framework of Programmes on Sustainable Consumption and Production (ver Nota i).

[3] Ibíd.

[4]«La enorme energía disipada y desperdiciada en la guerra, ya sea económica o política, será consagrada a aquellos fines que extiendan el alcance de las invenciones humanas y del desarrollo tecnoló­gico, al aumento de la productividad de la humani­dad, al exterminio de las enfermedades, a la extensión de la investigación científica, a la elevación del nivel de salud física, a la agudización y refinamiento del cere­bro humano, a la explotación de los recursos no utilizados e insos­pechados del planeta, a la prolongación de la vida humana y al fomento de todo organismo que estimule la vida intelectual, moral y espi­ritual de la totalidad de la raza humana ». The World Order of Bahá’u’lláh (Wilmette: Baha'i Publishing Trust, 1991).

[http://reference.bahai.org/en/t/se/WOB/wob- 56.html]..

[5] Según el Worldwatch Institute, los gastos de consumo por persona casi se triplicaron entre 1960 y 2006. (Worldwatch Institute, State of the World 201: The Rise and Fall of Consumer Cultures. Nueva York: W.W. Norton & Company, 2010.) Se extraen cada año 60.000 millones de toneladas de recursos, 50% más que hace 30 años. (Tim Jackson, Prosperity without growth? The transition to a sustainable economy. Londres: Comisión para el Desarrollo Sostenible. Marzo de 2009; [http://www.sd-commission.org.uk/Publications/dowloads/prosperity_without...). La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de 2005 descubrió que un 60% de los servicios ecológicos (regulación del clima, provisión de agua fresca, tratamiento de residuos, comida proveniente de piscifactorías, etc.) se estaba deteriorando o utilizando de forma no sostenible. (Millenium Ecosystem Assessment, Ecosystems and Human Well-Being: Synthesis. Washington, DC: Island Press, 2005.)

[6] Ayuda en Acción (Reino Unido). Fact File. (http://www.actionaid.org.uk). Ver también: Sperling, Gen B. (Director del Centro para la Educación Universal, EEUU). The Case for Universal Basic Education for the World’s Poorest Boys and Girls. (Fundamentos para la Educación Universal Básica para los Niños y las Niñas más pobres del mundo). Noviembre de 2005. (Consejo de Relaciones Externas, www.cfr.org).

[7] Centro de Control y Prevención de Enfermedades. Economic Facts About U.S. Tobacco Use and Tobacco Production (Datos Económicos sobre el Uso y la Producción de Tabaco en EEUU). [http://www.cdc.gov/tobacco/data_statistics/fact_sheets/economics/econ_fa....

[8] Naciones Unidas. Comunicado de prensa. Secretary-General Calls for $30 Billion to Restructure World Agriculture, Create Long-Term Food Security (El Secretario General Pide 30.000 millones de dólares para Reestructurar la Agricultura Mundial, Crear Seguridad Alimenticia a Largo Plazo). 30 noviembre 2008. [http://www.un.org/esa/ffd/doha/press/foodsideevent.pdf]

[9] «El costo estimado de cerrar la brecha que existe entre las tendencias actuales y lo que se necesita para alcanzar el objetivo oscila entre los 10.000 millones y los 18.000 millones de dólares al año». Departamento de Información Pública de Naciones Unidas. Comunicado de Prensa. Secretary-General, addressing side event, spells out areas ‘crying out for action’ to advance implementation of water and sanitation agenda (El Secretario General, refiriéndose al evento paralelo, describe las áreas que «piden acción» para presentar la implementación de una agenda para el agua y saneamiento). 25 septiembre 2008. [http://www.un.org/News/Press/docs/2008/sgsm11813.doc.htm].

[10] Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. [http://www.iiss.org/whats-new/iiss-in-the-press/february-2010/report-mil... (los gastos militares no se ven afectados por la recesión]

[11] Al igual que el cuerpo físico posee capacidades físicas para moverse, crecer, etc., el alma también tiene capacidades, que se pueden desarrollar conscientemente. Entre estas capacidades se encuentran la consciencia humana, el poder del intelecto y el pensamiento racional, la capacidad de amar, la fuerza de voluntad, y la capacidad de iniciar y sostener acciones por el mejoramiento de la sociedad, por mencionar algunas.

[12] International Environment Forum: www.iefworld.org

[13] Partnership for Education and Research about Responsible Living:

http://www.hihm.no/hihm/Projektsider/CCN/PERL