Transformar las deliberaciones colectivas: valorar la unidad y la justicia

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Transformar las deliberaciones colectivas: valorar la unidad y la justicia

Comisión de Desarrollo Social 48° período de sesiones 3 a 12 de febrero de 2010 Tema 3 a) del programa provisional* Seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y del vigésimo cuarto período extraordinario de sesiones de la Asamblea General: tema prioritario: integración social

New York—3 February 2010

El Secretario General ha recibido la siguiente declaración, que se distribuye de conformidad con lo dispuesto en los párrafos 36 y 37 de la resolución 1996/31 del Consejo Económico y Social.

 

 Declaración

Tal vez el modelo más cautivante para la integración de las culturas y los pueblos del mundo esté en la complejidad y la coordinación que caracterizan el cuerpo humano. Dentro de este organismo colaboran millones de células, con una extraordinaria diversidad de formas y funciones, para hacer posible la existencia humana. Cada célula, por pequeña que sea, tiene un papel que desempeñar en el mantenimiento de un cuerpo sano; desde su creación, cada una está vinculada a un proceso de dar y recibir que dura toda la vida. De la misma manera, los esfuerzos que se realizan en todo el mundo para construir comunidades guiadas por los valores de la cooperación y la reciprocidad están desafiando la noción de que la naturaleza humana es esencialmente egoísta y competitiva y se rige por consideraciones materiales. La creciente toma de conciencia de una humanidad común que yace bajo la superficie de nuestras identidades diferentes está redefiniendo nuestras relaciones como pueblos, como naciones y como coadministradores de nuestro entorno natural. Ya sea con obstinada oposición en algunas sociedades o como una esperada liberación de la asfixiante opresión de otras, el entendimiento de que todos somos parte de una familia indivisible de seres humanos se está convirtiendo en el principio por el que se juzgan nuestros esfuerzos colectivos.

En este tiempo de transición hacia un nuevo orden social, están cobrando impulso los procesos de integración social, junto a otros procesos de desintegración vinculados a aquellos. Mientras el colapso de los valores morales, el desgaste de las instituciones y un sentimiento de desilusión fomentan el caos y la decadencia en el orden social, las fuerzas de la integración construyen al mismo tiempo nuevas bases para la colaboración y transforman la naturaleza y el alcance de la acción colectiva. Estos procesos de integración se hacen visibles en fenómenos como el crecimiento de las redes sociales, facilitado entre otras cosas por la tecnología de la información, en un sufragio ampliado y la participación formal en la gobernanza, en los enfoques colectivos de la generación y la diseminación de los conocimientos, en la difusión de la educación y de la sensibilización sobre la interdependencia humana, y en la evolución de nuevos mecanismos de cooperación internacional. Asimismo, se pueden discernir procesos emergentes de adopción de decisiones que son cada vez más inclusivos, unificadores y justos, y que desafían el partidismo como forma de abordar los problemas que enfrentan unas comunidades cada vez más interdependientes.

En este contexto, la Comunidad Internacional Baha’i desea ofrecer su experiencia en un proceso de investigación colectiva denominado “consulta”, que sirve de base para la deliberación y adopción de decisiones en las comunidades baha’is de todo el mundo. La consulta es un enfoque de la investigación colectiva que une en lugar de dividir. Se invita a los participantes a expresarse en el debate libremente, pero de manera digna y educada. El desapego de las posiciones y opiniones propias sobre la cuestión que se está debatiendo es imprescindible; una vez que una idea ha sido compartida, ya no se asocia con la persona que la expresó, sino que se convierte en un recurso para que el grupo lo adopte, lo modifique o lo deseche. A medida que se desarrolla la consulta, los participantes se esfuerzan por identificar y aplicar los principios morales pertinentes para el asunto que tienen entre manos. Estos pueden ser la igualdad entre hombres y mujeres, el cuidado del medio ambiente natural, la eliminación de los prejuicios y la eliminación de la riqueza y la pobreza extremas. Este enfoque, a diferencia de los que promueven la confrontación y el debate partidistas, trata de desviar el debate hacia un nuevo centro, alejándola de los reclamos y los intereses enfrentados y dirigiéndolo al terreno de los principios, donde es más probable que surjan y prevalezcan objetivos y cursos de acción colectivos.

Se asigna gran valor a la diversidad de perspectivas y contribuciones que cada personas aporta a la discusión. La diversidad se aprovecha para enriquecer la investigación y la deliberación colectivas. Solicitar activamente las opiniones de aquellos a quienes tradicionalmente se excluye de la adopción de decisiones no sólo incrementa la disponibilidad de recursos intelectuales, sino que también fomenta la confianza, la inclusión y el compromiso mutuo necesarios para la acción colectiva. Dentro de las comunidades baha’is, por ejemplo, lo que modela la elección de los consejos locales de gobierno (llamados asambleas espirituales locales) es la valoración de la diversidad y de las minorías: en caso de empate, el puesto se adjudica al candidato minoritario.

Sin embargo, una diversidad de perspectivas por sí sola no proporciona a las comunidades un medio para salvar diferencias o resolver tensiones sociales. En el proceso de consulta, el valor de la diversidad está inextricablemente ligado al objetivo de la unidad. No se trata de una unidad idealizada, sino de una unidad que reconozca las diferencias y haga lo posible por superarlas por medio de un proceso de deliberación basado en principios: es la unidad en la diversidad. Si bien los participantes suelen tener distintas opiniones o interpretaciones de los temas que deben resolver, intercambian y exploran estas diferencias de manera unificadora dentro del marco de la consulta y de un compromiso con el proceso y los principios que la guían. En entornos donde las sectas, las facciones políticas, los grupos en conflicto y la discriminación arraigada debilitan a las comunidades y las dejan expuestas a la explotación y la opresión, la unidad, basada en la justicia, es una cualidad de la interacción humana que es preciso promover y defender. El principio de la “unidad en la diversidad” también se aplica a la manera en que las decisiones del órgano de consulta se llevan a cabo: se invita a todos los participantes a apoyar la decisión tomada por el grupo, independientemente de las opiniones que expresaron en el debate. Si la decisión resulta errónea, todos los participantes aprenderán de sus deficiencias y reconsiderarán la decisión en la medida en que sea necesario.

Los principios y objetivos del proceso de consulta se basan en el entendido de que los seres humanos son esencialmente nobles, que poseen razón y conciencia y la capacidad de investigar, comprender, sentir compasión y servir en aras del bien común. En ausencia de esta perspectiva, etiquetas como las de “marginados”, “pobres” o “vulnerables”, que ponen el énfasis en las necesidades y deficiencias, a menudo oscurecen estas cualidades y capacidades humanas. Indudablemente, el proceso de consulta debe abordar las necesidades y las injusticias subyacentes, pero como participantes de ese proceso cada persona deben esforzarse por ver en las demás su nobleza y potencial inherentes. A cada uno debe darse la libertad de ejercer sus facultades de razón y conciencia, de exponer sus puntos de vista, de buscar la verdad y el sentido de las cosas por sí mismos y de ver el mundo a través de sus propios ojos. Para los muchos que no han experimentado estas libertades, la consulta ayuda a iniciar un proceso por el que gradualmente se convierten en protagonistas de su propio desarrollo y plenos participantes de una civilización mundial.

La experiencia de la comunidad baha’i mundial, establecida en 188 países y 45 territorios, sugiere que el proceso de consulta es de aplicación universal y no se inclina a favor de ninguna cultura, clase, raza o género. Los baha’is se esfuerzan por aplicar los principios de consulta en el seno de sus familias, comunidades, organizaciones, empresas y órganos electos. A medida que se refina, esta práctica permite a los participantes alcanzar mayores niveles de conocimiento y comprensión acerca de los asuntos que deben considerar, a fomentar formas de expresión más constructivas, a canalizar diversos talentos y perspectivas hacia objetivos comunes, a construir la solidaridad de pensamiento y acción y a defender la justicia en todas las etapas del proceso. Para que estos procesos de integración se desarrollen y apliquen en todo el mundo y puedan realmente dar sus frutos, tendrán que ir acompañados de medidas dirigidas a brindar una educación universal, reformar las modalidades de la gobernanza, eliminar los prejuicios y la riqueza y la pobreza extremas y promover una lengua auxiliar internacional para facilitar la comunicación entre todos los pueblos y las naciones. Estas medidas darán lugar a formas de integración social unificadoras y justas, y a través de las cuales todos los pueblos pueden luchar juntos para construir un nuevo orden social.

Concluimos invitándolos a unirse a un proceso colectivo de investigación por medio de la consideración de las siguientes preguntas. Respecto del método de consulta: ¿Qué suposiciones sobre la naturaleza humana y la organización social subyacen a los patrones de deliberación y adopción de decisiones basados en la confrontación (por ejemplo, el debate, la propaganda, la parcialización, etc)? ¿Qué visiones de la naturaleza humana dan lugar a patrones de deliberación y adopción de decisiones solidarios, de naturaleza recíproca y cooperativos? ¿Cómo podemos fomentar los procesos deliberativos que alientan la libertad de expresión y construyen la unidad entre los participantes? ¿Qué estructuras sociales deben existir para apoyar procesos más inclusivos de deliberación y adopción de decisiones? ¿Cuál es el papel del liderazgo y la autoridad en la unificación de los procesos de deliberación y de adopción de decisiones? ¿Qué otros ejemplos hay de procesos integradores en la adopción de decisiones? Respecto de la integración social: ¿Cómo se pueden resolver las tensiones sociales en un marco unificador? ¿Cómo podemos garantizar que crear conciencia sobre las condiciones de injusticia que afectan a un grupo concreto y hacer frente a esas condiciones no reforzará las diferencias que dividen? ¿Cómo podemos garantizar que hacer hincapié en el valor de la unidad no refuerza los hábitos pasivos de aceptación y resignación, sino que más bien refuerza la voluntad de defender la justicia?