Spanish

El empoderamiento como mecanismo para la transformación social

El empoderamiento como mecanismo para la transformación social

Contribución de la Comunidad Internacional Bahá’í para la 51ª sesión de la Comisión para el Desarrollo Social

New York—15 November 2012

El concepto “empoderamiento” se ha convertido en un elemento integral del pensamiento sobre el desarrollo. Si bien a menudo se le asocia principalmente con la igualdad de género, los avances en el desarrollo global plantean la necesidad de una revisión de este concepto, así como de su aplicación a múltiples aspectos de la vida humana. Las siguientes reflexiones acerca de las metas, los protagonistas y los requisitos previos para el empoderamiento buscan ayudar a la Comisión para el Desarrollo Social en sus consideraciones sobre este importante tema.

El concepto de empoderamiento

El término empoderamiento significa muchas cosas para muchas personas. Sin embargo, nociones como elección, libertad, voluntad, capacidad, participación, autonomía e incremento de recursos aparecen en casi todas las definiciones. De esta manera, es posible alcanzar consenso sobre la idea del empoderamiento como un medio de mejorar la calidad de vida y expandir la base para el bienestar humano. En pocas palabras, el empoderamiento puede servir como un mecanismo para efectuar una transformación social profunda y con una base amplia.

El proceso de transformación social puede ser explorado tanto a nivel personal como estructural. En un extremo del espectro, el cambio social es percibido como resultado del desarrollo de individuos mediante recursos como la educación, la capacitación y el acceso de medios materiales. De acuerdo a esta perspectiva, los cambios estructurales son un producto automático de los cambios personales. Desafortunadamente esto rara vez ocurre en la realidad, pues incluso aquellos que se benefician de tales recursos se pueden ver de pronto participando en estructuras sociales opresivas. Al otro extremo del espectro, se percibe a los seres humanos enteramente como un producto de la sociedad, y el cambio se considera imposible a menos que las estructuras sociales, en especial aquellas relacionadas con el poder político, sean transformadas primero. Sin embargo, demasiado a menudo este enfoque ha justificado la idea de que el fin justifica los medios, dando como resultado condiciones de injusticia y opresión.

El incremento de la capacidad de individuos y comunidades para construir estructuras sociales más justas y equitativas requiere una noción de desarrollo social que evite estos extremos. La transformación individual y la estructural están íntimamente relacionadas: la vida interior de un individuo moldea su entorno social, y ese entorno a su vez ejerce una profunda influencia en el propio bienestar espiritual y sicológico.

La metáfora del cuerpo político, que compara a toda la humanidad con un único organismo social, provee un marco útil para explorar el empoderamiento como un medio de impulsar la transformación tanto del individuo como de la sociedad. Hay algunas características que se encuentran implícitas en una concepción así, tales como la interdependencia de las partes y del todo, la indispensabilidad de la colaboración, la reciprocidad y el apoyo mutuo, la necesidad de diferenciar pero al mismo tiempo armonizar los diversos roles, la necesidad de contar con arreglos institucionales que den pie a que los procesos fluyan y no que opriman, y la existencia de un propósito colectivo superior al de cualquiera de sus elementos constituyentes. Mirado de esta manera, el empoderamiento depende de un sistema al que además contribuye, en el cual diversos actores tienen acceso a los recursos necesarios para que cada uno realice una contribución distintiva al conjunto.

De las ideas anteriores se desprende que el empoderamiento individual y colectivo puede concebirse como la expansión de la visión, capacidad y  fuerza de voluntad necesaria para que las personas puedan actuar como instrumentos efectivos de bienestar y prosperidad humana.

Los protagonistas de la transformación social

¿Quiénes son los actores protagonistas en el proceso de transformación social? La experiencia sugiere que hay tres cuya importancia es crítica: el individuo, las instituciones de la sociedad, y la comunidad. Bajo este enfoque, se puede afirmar que el empoderamiento implica ayudar a los individuos a manifestar capacidades constructivas de maneras creativas y disciplinadas; ayudar a las instituciones a ejercer autoridad de una manera que conduzca al progreso y avance de todos; y ayudar a las comunidades a proveer un ambiente en el cual la cultura sea enriquecida, y en el que las voluntades y capacidades individuales se combinen en iniciativas colectivas.

El incremento de la capacidad de estos protagonistas requerirá una profunda revisión de los supuestos sobre la naturaleza humana. La noción de un “nosotros” y un “ellos” merece atención particular. Por ejemplo, a menudo el discurso de los círculos en los que se discute sobre el desarrollo reitera la idea de que los miembros de la sociedad “empoderados” han de ayudar a los “desamparados” o “marginados”. El impulso de rectificar las inequidades sociales es indudablemente noble, pero la dicotomía nosotros/ellos sólo sirve para perpetuar y reforzar divisiones ya existentes. Es necesario reflexionar en profundidad sobre las maneras en que el empoderamiento puede ser abordado como una empresa común universal, y no como algo que “los que tienen” ofrecen a “los que no tienen”.

Un asunto que se relaciona con lo anterior es quién ha de empoderarse y quién no. Los procesos históricos han creado inequidades que deben ser abordadas; pero el marco para el desarrollo debería dar espacio para que cada individuo y cada grupo pueda avanzar. Bajo esa mirada, los marginados no son personas sin capacidades, y los más privilegiados no son todopoderosos. Todos tienen capacidades que han de desarrollarse, y todos tienen la responsabilidad de velar por el bienestar del conjunto.

Finalmente, si bien el empoderamiento da a entender que algo o alguien es investido con poder, las dinámicas sociales de poder parecen haber sido en gran medida ignoradas en las discusiones sobre el desarrollo en las Naciones Unidas. El hecho de que un examen sobre las dinámicas del poder haya sido difícil de integrar a estas discusiones sugiere la necesidad de enfoques nuevos y alternativos. ¿Cómo puede el poder ser conceptualizado como algo distinto a una mercancía de suma cero? ¿Cómo se puede reemplazar su relación con las ideas de control y dominación por las de capacidad y habilidad? ¿Cómo puede abordarse como parte integral de toda relación social y de toda institución, en lugar de un recurso que puede obtenerse o perderse? Creemos que una exploración de esta índole puede nutrir muchas reflexiones sobre los medios y los fines del empoderamiento.

Requisitos previos para la transformación social

Son muchos los que no han podido acceder a la mesa donde se toman las decisiones que afectan a sus propias vidas, por lo que la participación en los sistemas y estructuras de la sociedad es un requisito previo esencial para la transformación social. Sin embargo, para que sea algo más que una simple fachada, la participación debe ser sustantiva y creativa. No es suficiente que las personas sean meras beneficiarias de proyectos, aun cuando tengan voz en ciertas decisiones. Deben estar mucho más involucradas en los procesos de toma de decisiones: la identificación de problemas, la búsqueda de soluciones y enfoques, el disfrute de los beneficios, y la determinación de criterios para la evaluación.

Sin embargo, la participación no puede equipararse al empoderamiento; participar en sistemas defectuosos sólo sirve para perpetuar patrones de injusticia ya existentes. Para poder aportar al bien común, los individuos deben poseer no sólo la capacidad de evaluar las fortalezas y las debilidades de las estructuras sociales existentes, sino además deben tener la libertad de elegir entre participar en tales estructuras, trabajar por reformarlas, o esforzarse por construir otras nuevas.

Construir la capacidad de los pueblos del mundo y de las instituciones sociales para crear una sociedad justa y próspera requerirá un avance significativo en el acceso al conocimiento. Esto implica analizar enfoques que faciliten la generación, la aplicación y la difusión del conocimiento a nivel local. En lugar de adoptar “soluciones” desarrolladas en otras partes sin cuestionarlas, el fortalecimiento de la capacidad local para generar, aplicar y difundir el conocimiento puede ayudar a sentar las bases de un proceso continuo de acción y reflexión, el cual fomenta un respeto por el conocimiento ya existente en las bases de la comunidad, eleva la confianza de la comunidad en su propia capacidad de concebir, implementar y evaluar soluciones, y permite sistematizar y expandir el conocimiento local. El resultado es un proceso de aprendizaje sistemático y coherente, el cual puede abarcar gradualmente una gama más amplia de los esfuerzos comunitarios.

Finalmente, la capacidad de identificar los factores que originan las injusticias será crucial para el empoderamiento de poblaciones que han de ser instrumentos para la transformación social. Independientemente de las ventajas que una población pudiera disfrutar, si no es capaz de discernir los factores que generan injusticia e inequidad social, será incapaz de rectificarlos. Si el empoderamiento ha de conducir a la transformación social, debe incluir la capacidad de reconocer las fuerzas que modelan la propia realidad social, identificar las posibilidades y desafíos presentados por tal realidad, e idear iniciativas para el mejoramiento de la sociedad.

Consideraciones adicionales

Muchas preguntas quedan aún por contestar. ¿Cómo podemos medir el empoderamiento? ¿Cómo concebimos el empoderamiento a nivel del individuo, la comunidad y las instituciones sociales? ¿Cómo podemos asegurar que los esfuerzos por ayudar a personas y comunidades a transformarse en protagonistas de su propio desarrollo no refuercen las nociones de “nosotros” y “ellos”, de “desarrollados” y “en desarrollo”? ¿Cómo asegurar que tales esfuerzos ayuden a fortalecer la visión, las capacidades y la fuerza de voluntad, en lugar de crear dependencia? ¿Cómo puede abordarse la transformación social como una empresa compartida de manera universal, en lugar de algo que “los que tienen” impulsan para beneficio de “los que no tienen”? ¿Cómo podemos expresar el poder que viene del amor, el conocimiento, la solidaridad, la veracidad y la sabiduría? ¿Cómo podemos esforzarnos por empoderarnos mutuamente en las relaciones humanas en todos los niveles de la sociedad?

Debate general sobre la experiencia nacional en asuntos de población: los adolescentes y los jóvenes

Debate general sobre la experiencia nacional en asuntos de población: los adolescentes y los jóvenes

El Secretario General ha recibido la siguiente declaración, que se distribuye de conformidad con lo dispuesto en los párrafos 36 y 37 de la resolución 1996/31 del Consejo Económico y Social.

16 February 2012

Declaración

Comunidad Internacional Baha’i acoge con satisfacción la oportunidad de contribuir a las deliberaciones de la Comisión de Población y Desarrollo en su 45º período de sesiones sobre el tema de los adolescentes y los jóvenes. Nos complace que la Comisión haya decidido centrarse en este crucial período del desarrollo humano, en el que se encuentran más de 1.000 millones de personas de edades comprendidas entre los 10 y los 19 años. Se trata de un período crítico de cambio personal durante el que los jóvenes comienzan a explorar y aplicar conscientemente sus conocimientos, valores y creencias sobre la vida individual y colectiva. Durante este período, asumen nuevas responsabilidades —proporcionando cuidados en casa,contribuyendo a los ingresos familiares y convirtiéndose en protagonistas del cambio en sus comunidades y naciones. Cuando finaliza este período, muchos han asumido plenamente las responsabilidades de un adulto.

El crecimiento previsto de la población mundial no solo presenta problemas, sino también múltiples oportunidades para los gobiernos y las naciones del mundo. Según el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, en 56 países la mitad de la población es menor de 20 años, y la página web de política sanitaria mundial de los Estados Unidos dedicada a la población menor de 15 años indica que en 47 países entre el 40% y el 50% de la población tiene entre 0 y 14 años. Las estadísticas actuales presentan un panorama desolador para este grupo: la mitad vive en la pobreza y una cuarta parte sobrevive con menos del equivalente a un dólar diario. Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en 2009 no estaban escolarizados formalmente 67 millones de niños en edad de asistir a la escuela primaria y 72 millones de niños en edad de cursar el primer ciclo de la enseñanza secundaria; en la mayoría de los casos eran niñas. Si bien los problemas son desalentadores, los jóvenes no son víctimas que necesiten que otros resuelvan sus problemas. Al contrario, este grupo de edad tiene un gran potencial intelectual y social esperando a desarrollarse y canalizarse hacia fines sociales constructivos.

El futuro de la sociedad actual dependerá en gran medida del diseño de los programas y los métodos educativos que ayuden a hacer efectivo el potencial latent de la juventud y a prepararla para el mundo que van a heredar. La relación entre la educación y el bienestar individual y colectivo se establece y afirma inequívocamente en los párrafos 11.2 y 11.3 del Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo y en el Programa de Acción Mundial para los Jóvenes hasta el año 2000 y años subsiguientes. Nuestra contribución en este período de sesiones de la Comisión se centra en una dimensión concreta de la educación, a saber, “la educación al servicio de la comunidad”, que, según nuestra experiencia, es fundamental para la transformación de la vida individual y comunitaria. Es de sobra conocido que las fuerzas que determinan el desarrollo intelectual y emocional de un niño no se limitan al aula. Las fuerzas que influyen en los jóvenes por conducto de los medios de difusión, la tecnología, la familia, los pares, la comunidad en sentido amplio y otras instituciones sociales pueden transmitirles mensajes constructivos en algunos aspectos y contradictorios en otros, lo cual contribuye a la confusión de muchos jóvenes —sobre su identidad, los objetivos morales y la realidad social. Como tal, la educación formal debe ir más allá del objetivo exclusivo de ayudar a los jóvenes a encontrar un empleo remunerado. Los procesos educativos deben ayudar a la juventud a reconocer y expresar su potencial al tiempo que desarrolla la capacidad para contribuir a la prosperidad espiritual y material de su comunidad. De hecho, una persona no puede desarrollar su talento y capacidad aislada de los demás.

El concepto de doble objetivo moral —desarrollar el potencial inherente de la persona y contribuir a la transformación de la sociedad— constituye un eje importante del proceso educativo. Cuando se examinan las fuerzas que influyen en el desarrollo de la mente de los jóvenes y los adolescentes, pronto resulta obvio que muchas de ellas promueven la pasividad y un deseo de ser entretenidos. Esas fuerzas contribuyen a la formación de generaciones enteras que están dispuestas a dejarse llevar por los que apelan con destreza a las emociones superficiales. Muchos programas educativos consideran a los jóvenes meros receptores de información. Para cambiar esas tendencias, la comunidad mundial Baha’i se ha propuesto desarrollar una cultura que promueva una manera independiente de pensar, estudiar y actuar, en la que los estudiantes se vean a sí mismos como un grupo unido por el deseo de trabajar en aras del bien común, se apoyen mutuamente y avancen juntos, respetando los conocimientos que posee cada uno.

Si bien las condiciones varían en gran medida de un país a otro y de una comunidad a otra —ya sea rural o urbana, rica o pobre en cuanto a recursos materiales, pacífica o poco segura— la importancia del conocimiento para el desarrollo de los jóvenes y los adolescentes no varía. El acceso al conocimiento es un derecho que tienen todos los seres humanos. La responsabilidad de generar nuevos conocimientos y aplicarlos en beneficio de la sociedad recae sobre los hombros de cada uno de los jóvenes. Del mismo modo, la creación de un entorno favorable para este proceso es un deber de cada gobierno. Sin acceso al conocimiento, la participación significativa de los jóvenes en los asuntos de sus comunidades se hace imposible. Así pues, los procesos educativos deben centrarse en la creación de capacidad entre los jóvenes para que desempeñen un papel protagonista en el progreso social.

La participación significativa también adopta la forma de un empleo seguro y productivo. Una educación que no conciencia a los jóvenes respecto de su potencial, su papel como ciudadanos activos y las necesidades de su comunidad debilita sus perspectivas de empleo. A su vez, esto alienta el éxodo de los jóvenes con estudios de las zonas rurales a las urbanas y de las naciones no industrializadas a las industrializadas. Si bien a menudo se considera que los jóvenes son simples beneficiarios de la educación, estos deben participar en la elaboración de los sistemas de enseñanza, contribuyendo así a adaptar el contenido y la metodología de los procesos educativos a las necesidades y aspiraciones de sus comunidades. Esta necesidad adquiere un carácter más urgente si tenemos en cuenta las elevadas tasas de crecimiento de la población joven y adolescente de algunas partes del mundo. Para que los jóvenes puedan desempeñar su importante función, es necesario abordar la cuestión de la inequidad que caracteriza el acceso de las niñas a la educación de calidad. Como se ha afirmado en repetidas ocasiones, la educación de las niñas tiene un efecto multiplicador, que da como resultado la disminución de la probabilidad de matrimonio precoz; el aumento de las posibilidades de que las niñas asuman un papel informado y activo en la planificación familiar; la reducción de la mortalidad infantil y materna; el aumento de la participación de las niñas en toma de decisiones sociales, económicas y políticas; y la promoción de la prosperidad económica. Todo esto resulta especialmente urgente en las partes del mundo donde las niñas se casan y comienzan a tener hijos en la adolescencia. La necesidad de extender las oportunidades educativas a las niñas se basa en el entendimiento de que la igualdad entre hombres y mujeres, niños y niñas es una verdad fundamental de la realidad humana y no simplemente una condición que deseamos lograr por el bien de la sociedad. La plena participación de las mujeres en las esferas del derecho, la política, la ciencia y la tecnología, el comercio y la religión, por mencionar algunas, es necesaria para crear un orden social mejorado gracias a las contribuciones y la sabiduría de la mitad del total de la población mundial. Habida cuenta de que las mujeres desempeñan el papel primordial en la salud y el bienestar de sus hijos, las deficiencias en la educación de la madre se multiplicarán, en la mayoría de los casos, en las generaciones posteriores. Por lo tanto, los gobiernos deben cumplir sus compromisos de prohibir prácticas tan injustas como el infanticidio, la selección prenatal del sexo, la mutilación genital femenina, el tráfico de niñas y el uso de niñas en la prostitución y la pornografía, y hacer cumplir las leyes para asegurar que el matrimonio se contraiga solo con el libre y pleno consentimiento de ambos contrayentes. El objetivo general debe ser hacer frente a las causas profundas del sesgo de género, de manera que todas las personas puedan desempeñar la function que les corresponde en la transformación de la sociedad.

Las inversiones que realizan los gobiernos en la educación y la salud de sus jóvenes y adolescentes no son sino una inversión en la estabilidad, la seguridad y la prosperidad de la propia nación. Los enfoques y métodos educativos, basados en las necesidades y las aspiraciones de las comunidades respectivas, con el apoyo de las familias y las instituciones locales e inspirados por la conciencia de que cada niño tiene un potencial latente inestimable, abrirán los ojos a los jóvenes y los adolescentes no solo a su propia capacidad intelectual, sino también a su papel de protagonistas del cambio en sus comunidades y en el mundo.

Replanteamiento de la Prosperidad

Replanteamiento de la Prosperidad

Forjar alternativas a una cultura de consumismo. Contribución de la Comunidad Internacional Baha'i al 18º Período de Sesiones de la Comisión de la Organización de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible

3 May 2010

Con el telón de fondo del cambio climático, la degradación medioambiental y los extremos paralizantes de riqueza y pobreza, la transformación de una cultura de consumismo desmesurado en una cultura de sostenibilidad ha ganado impulso en gran medida mediante los esfuerzos de organizaciones de la sociedad civil y agencias gubernamentales de todo el mundo. Más allá de políticas informadas y «tecnologías más verdes», se trata de una transformación que requerirá una evaluación sincera de nuestra forma de entender la naturaleza humana y de los marcos culturales que dirigen las instituciones de gobierno, comercio, educación y medios de comunicación de todo el mundo. Habremos de replantearnos con actitud crítica qué es natural y qué es justo. La cuestión del consumo y la producción sostenibles, que esta Comisión está examinando, se tendrá que considerar en el contexto más amplio de un orden social enfermo (caracterizado por la competición, la violencia, el conflicto y la inseguridad) del cual forma parte.

En su contribución a la revisión de la Comisión del Marco de 10 Años de los Programas[1] sobre Consumo y Producción Sostenibles, la Comunidad Internacional Baha'i quiere, primero, resaltar las fortalezas de este Marco evolutivo y, en segunda instancia (en la misma línea de la visión de lo expuesto arriba), identificar cuestiones que requieren mayor elaboración. En cuanto a sus fortalezas: el Marco tiene en cuenta los aspectos económicos, sociales y medioambientales de la transición al consumo y producción sostenibles, rompiendo así con la fragmentación que siempre ha habido entre estos ámbitos[2]; reconoce la interconexión entre los temas del Marco (por ejemplo, la educación, el desarrollo de capacidad institucional, la participación de las mujeres, la aplicación del conocimiento indígena, etc.)[3]; ha procurado que participen las partes interesadas de todo el mundo, mediante consultas regionales; y apela a protagonistas de todos los estratos de la sociedad a alcanzar las metas dispuestas en él.

Sin embargo, dado que el Marco pretende promover el cambio hacia el consumo y la producción sostenibles (desafiando de forma implícita normas y valores culturales que han promovido el consumismo a toda costa), habrá que examinar y, en muchos casos, revisar una serie de conceptos subyacentes para poder avanzar hacia dichas metas. Entre ellos están la concepción de la naturaleza humana; del desarrollo (y la naturaleza del progreso y la prosperidad); de la naturaleza y las causas de las crisis económicas recientes; de los procesos del desarrollo tecnológico; y de los medios y fines de los procesos educativos. Invitamos a otros que estén trabajando de forma activa para promocionar el consumo y la producción sostenibles a que dialoguen con nosotros sobre estas cuestiones subyacentes para aprender de las perspectivas y experiencias de los demás, y para avanzar colectivamente en la construcción de una sociedad justa y sostenible.

La naturaleza humana

El tema de la naturaleza humana desempeña un papel importante en el discurso sobre el consumo y la producción sostenibles, ya que nos insta a replantearnos en profundidad quiénes somos y cuál es nuestro propósito en la vida. La experiencia humana es de naturaleza esencialmente espiritual: está enraizada en la realidad interior (o lo que algunos llaman el «alma») que tenemos en común. Sin embargo, la cultura del consumismo ha reducido a los seres humanos a consumidores de bienes competitivos e insaciables y a objetos de manipulación del mercado. Algunas opiniones comunes asumen la existencia de un conflicto inextricable entre lo que la gente quiere en realidad (es decir, consumir más) y lo que la humanidad necesita (es decir, el acceso equitativo a los recursos). ¿Cómo podemos resolver entonces la contradicción paralizante de que, por un lado, queremos un mundo de paz y prosperidad, mientras que, por otro lado, gran parte de la teoría económica y psicológica describe al ser humano como esclavo de sus propios intereses? Las facultades que necesitamos para construir un orden social más justo y sostenible (moderación, justicia, amor, razón, sacrificio y servicio al bien común) se han descartado demasiado a menudo como ideales ingenuos. Sin embargo, estas y otras cualidades relacionadas son las que deben impulsarse para superar los rasgos del ego, la codicia, la apatía y la violencia, que a menudo se ven premiados por el mercado y las fuerzas políticas que dirigen los patrones actuales de consumo y producción insostenibles.

Visión del desarrollo

De modo similar, la articulación de una visión de la sostenibilidad debe emerger de un discurso público sobre la naturaleza y el propósito del desarrollo humano y del papel que se les asigna a sus protagonistas.

La Comunidad Internacional Baha'i entiende la transición al consumo y producción sostenibles como parte de un empeño mundial que permite que todas las personas puedan cumplir con su doble propósito, es decir, desarrollar sus potencialidades inherentes y contribuir al mejoramiento de la comunidad. No basta con entender el consumo y la producción sostenibles como la creación de oportunidades para que quienes viven en la pobreza cubran sus necesidades básicas. Más bien, con el entendimiento de que cada individuo tiene una contribución que hacer a la construcción de un orden social más justo y pacífico, estos procesos deben organizarse de modo que permitan a cada uno desempeñar el papel que le corresponde como miembro productivo de la sociedad. Dentro de este marco, el consumo y la producción sostenibles podrían caracterizarse como procesos que cubren las necesidades materiales, sociales y espirituales de la humanidad a lo largo de sucesivas generaciones y permiten que todos los pueblos contribuyan al avance continuo de la sociedad.

Ahora el progreso en el ámbito técnico y político debe ir acompañado del diálogo público (entre participantes de origen rural y urbano; entre los materialmente pobres y los adinerados; entre hombres, mujeres y jóvenes por igual) sobre las bases éticas del cambio sistémico requerido. Un orden social sostenible se distingue, entre otras cosas, por una ética de reciprocidad y equilibrio en todos los niveles de la organización humana. El cuerpo humano es una buena analogía: en él, millones de células colaboran para hacer posible la vida humana. La impresionante diversidad de forma y función las conecta en un proceso de dar y recibir que dura toda la vida. Representa la expresión suprema de la unidad en diversidad. En un orden así, el concepto de justicia se encarna en el reconocimiento de que los intereses del individuo y los de la comunidad están enlazados inextricablemente. La búsqueda de la justicia dentro del marco de la unidad (en diversidad) provee una guía para la deliberación y la toma de decisiones colectiva y ofrece un medio por el que se pueden lograr el pensamiento y la acción unificadas.

En última instancia, la transformación requerida para avanzar hacia el consumo y la producción sostenibles requerirá nada menos que un cambio orgánico en la estructura de la sociedad misma de modo que refleje por completo la interdependencia de todo el cuerpo social (e igualmente la interconexión con el mundo natural que lo sostiene). Entre estos cambios, muchos de los cuales ya son el centro de una porción considerable del discurso público, están: la consciencia de la ciudadanía mundial; la futura federación de todas las naciones mediante un sistema integrado de gobierno con capacidad de tomar decisiones de alcance mundial; el establecimiento de estructuras que reconozcan la pertenencia común de los recursos del planeta a toda la humanidad; el establecimiento de la igualdad completa entre los hombres y las mujeres; la eliminación de todo tipo de prejuicio; el establecimiento de una moneda universal y otros mecanismos integradores que promuevan la justicia económica mundial; la adopción de un idioma auxiliar internacional para facilitar el entendimiento mutuo; y la desviación de enormes fondos militares hacia fines sociales constructivos[4].

Crisis del sistema económico actual

Como bien sabemos, el modelo dominante de desarrollo depende de una sociedad de consumidores vigorosos de bienes materiales.[5] En un modelo así, los niveles imparablemente crecientes de consumo se toman como indicadores de progreso y prosperidad. Esta preocupación por la producción y la acumulación de objetos materiales y comodidades (como fuentes de sentido, felicidad y aceptación social) se ha consolidado en las estructuras de poder e información, y ha excluido las voces y los paradigmas discordantes. El cultivo descontrolado de necesidades y deseos ha dado lugar a un sistema totalmente dependiente del consumo excesivo de unos pocos privilegiados, mientras que ha reforzado la exclusión, la pobreza y la desigualdad de la mayoría. Cada una de las sucesivas crisis mundiales (ya sea climática, energética, de alimentación, de agua, de enfermedades o financiera) ha revelado nuevas dimensiones de la explotación y la opresión inherentes a los patrones actuales de consumo y producción. Los contrastes entre el consumo de lujos y el coste de la provisión de las necesidades básicas son clamorosos: la educación básica para todos costaría 10.000 millones de dólares[6]; mientras que se dedican 82.000 millones de dólares en cigarrillos solamente en Estados Unidos.[7 La erradicación del hambre en el mundo costaría 30.000 millones de dólares[8]; el agua y el saneamiento 10.000 millones.[9] En comparación, el presupuesto militar mundial subió a 155 billones de dólares en 2008.[10]

La visión exclusivamente materialista del mundo que subyace en gran parte del pensamiento económico moderno ha contribuido a la degradación de la conducta humana, al desbaratamiento de las familias y comunidades, a la corrupción de instituciones públicas y a la explotación y marginalización de amplios sectores de la población (mujeres y niñas especialmente). Sin duda, la actividad económica y el fortalecimiento de la economía (un proceso que podría incluir el crecimiento económico, pero que no es sinónimo de él) desempeñan un papel central en el logro de la prosperidad de una región y su población. Sin embargo, el cambio hacia una sociedad más justa, pacífica y sostenible requerirá que se preste atención a una dinámica armoniosa entre la dimensión material y no material (o moral) del consumo y la producción. Esta segunda dimensión será esencial para establecer las bases de relaciones humanas justas y pacíficas; éstas incluyen la generación de conocimiento, cultivar confianza y confiabilidad, la erradicación del racismo y la violencia, la promoción del arte, la belleza, la ciencia, y la capacidad de la colaboración y la resolución pacífica de los conflictos.

A la luz de lo expuesto, también es importante enfatizar la relación que existe entre la producción y el empleo como una dimensión crítica de una economía fuerte. Demasiado a menudo, el crecimiento de la productividad ha ido acompañado por la externalización o por una mayor automatización y, por lo tanto, niveles crecientes de desempleo. Un enfoque obsesionado con maximizar beneficios también ha valorado la reducción de la mano de obra siempre que ha sido posible. Bajo el sistema actual, el desempleo y el subempleo se están disparando y la mayoría de la población mundial no gana lo suficiente para cubrir sus necesidades básicas. Quienes viven en la pobreza no tienen ningún medio por el que expresarse en un sistema así. La producción sostenible no requiere solamente una tecnología «más verde», sino que más bien debería incluir sistemas que permitan a los seres humanos contribuir al proceso productivo. En un sistema así, todos son productores y tienen la oportunidad de ganar lo suficiente (o de recibirlo, si son incapaces de ganárselo) para cubrir sus necesidades. Más allá de constituir un medio para generar riqueza que cubra las necesidades básicas, el trabajo ofrece un papel en la comunidad y en el desarrollo del talento propios y el refinamiento del carácter, rindiendo un servicio y contribuyendo al avance de la sociedad.

El desarrollo tecnológico

El Marco de los Programas enfatiza la importancia de la transferencia tecnológica y el intercambio de conocimiento para lograr niveles sostenibles de consumo y producción. Sin embargo, la mayor parte del desarrollo tecnológico está dirigido por fuerzas del mercado que no reflejan las necesidades básicas de los pueblos del mundo. Además, la insistencia entransferir tecnología sin acompañarla de esfuerzos para aumentar la participación en la generación y la aplicación del conocimiento solo puede servir para aumentar la brecha entre ricos y pobres (los «creadores» y los «usuarios» de la tecnología). El desarrollo de la capacidad para identificar las necesidades tecnológicas y para la innovación y adaptación de la tecnología (a la luz de las necesidades sociales y las limitaciones medioambientales) será vital para el progreso social. La transformación de realidades sociales complejas requerirá el desarrollo de la capacidad institucional entre las poblaciones locales para crear y aplicar el conocimiento de forma que cubran las necesidades específicas de esa población. Esta cuestión de la capacidad institucional (por ejemplo, el establecimiento de centros regionales de investigación y capacitación) constituye un gran desafío para el desarrollo sostenible. Si se logra con éxito, sin embargo, el resultado será la ruptura del presente flujo desequilibrado de conocimiento en el mundo y se conseguirá que el desarrollo se disocie de los procesos de modernización malintencionados. Las tecnologías «modernas» estarán caracterizadas por una orientación hacia la búsqueda de respuestas a las necesidades definidas por la población local y por prioridades que tienen en cuenta la prosperidad tanto material como moral de la sociedad en su conjunto.

La educación

El Marco de los Programas identifica la educación y la capacidad institucional como dos de los programas que podrían impulsar la implementación de patrones sostenibles de consumo y producción. Sin embargo, para que consigan efectuar cambios profundos en las mentes de la gente y en las estructuras de la sociedad (necesarios para girar hacia la sostenibilidad), la naturaleza de los procesos educativos requerirá un replanteamiento. Como punto de partida, el programa de educación tendrá que estar basado en una visión clara del tipo de sociedad en que queremos vivir; y del tipo de personas que lo lograrán. Tiene que ayudar a los estudiantes a reflexionar sobre el propósito de la vida y ayudarles a salirse de sus realidades culturales para desarrollar visiones y enfoques alternativos a los problemas de su entorno, y comprender las muchas consecuencias de su comportamiento y ajustarlo en consecuencia.

Las escuelas mismas deben participar en el proceso de transformación social. El currículum no se puede limitar a impartir conocimiento y destrezas pertinentes; más bien debería proponerse desarrollar el vasto potencial inherente al ser humano. Se debe ayudar a las personas a canalizar este potencial hacia el mejoramiento de sus comunidades y el avance de la sociedad en su conjunto. El grado de consciencia y el sentido profundo de servicio y colaboración exigidos por la transformación de los comportamientos individuales y las fuerzas institucionales hacia la sostenibilidad requerirán una transformación de los procesos educativos conmensurable con la presente tarea.

Enfoque baha'i sobre la transformación cultural

La transformación cultural implica cambios deliberados en las elecciones personales y en las estructuras y normas institucionales. Durante más de una década, la comunidad mundial baha'i ha estado realizando esfuerzos sistemáticos para efectuar una transformación en las personas y las comunidades de todo el mundo para inspirarlos y construir en ellos la capacidad de servir. El marco para la acción que guía estas actividades está fundamentado en una dinámica de aprendizaje caracterizada por la acción, la reflexión y la consulta. En miles de comunidades, los baha'is han puesto en marcha procesos a nivel de barrio que buscan el empoderamiento de personas de todas las edades para reconocer sus capacidades espirituales[11] y canalizar sus energías colectivas hacia el mejoramiento de sus comunidades. Conscientes de las aspiraciones de los niños del mundo y de su necesidad de educación espiritual, han empezado clases de niños cuyo propósito es establecer las bases de un carácter noble y recto. Para los jóvenes entre los 11 y 14 años, han creado un entorno de aprendizaje que les ayuda a formar su identidad moral en un momento tan crítico de sus vidas y a desarrollar destrezas que les alienten a canalizar sus energías creativas hacia el mejoramiento de sus comunidades. Todos están invitados a interactuar en pequeños grupos de estudio participativo centrados en conceptos básicos y en sí mismos, que animan a los participantes a convertirse en agentes de cambio en sus propias comunidades en una dinámica de aprendizaje y una orientación hacia el servicio.

El enfoque del desarrollo curricular de estas actividades no ha sido uno de diseño, puesta en práctica y evaluación; más bien, el primer paso para escribir cualquier conjunto de materiales se ha dado al surgir la experiencia de la acción de las bases como respuesta a una necesidad particular de desarrollo. Los materiales curriculares se refinan continuamente a la luz de los nuevos conocimientos y entendimientos. Los cambios culturales son evidentes en la mayor capacidad de llevar adelante la acción colectiva, de verse a sí mismo como un agente de cambio en la comunidad, como un humilde estudiante, como un participante activo en la generación, difusión y aplicación del conocimiento. El continuo ciclo de aprendizaje mediante acción, reflexión y consulta ha aumentado la consciencia de las necesidades y los recursos de las comunidades y, al mismo tiempo, ha fortalecido los mecanismos para la acción y deliberación colectivas.

Además, profesionales de varios campos se han unido en organizaciones inspiradas por principios y valores baha'is para trabajar por el consumo y la producción sostenibles. El Foro Baha'i Europeo de Negocios (European Baha'i Business Forum) y entidades afiliadas de otras regiones están trabajando con líderes del comercio para que las causas sociales se consideren por encima del beneficio, incluidos la sostenibilidad en los procesos de producción y la responsabilidad corporativa. El Foro Internacional del Medioambiente (International Environment Forum)[12] lleva tiempo promoviendo estilos de vida sostenibles y el consumo más ético, con la participación, entre otras acciones, en la pasada Red de Ciudadanos Consumidores (Consumer Citizenship Network) de Europa y ahora con su adhesión a la Asociación por la Educación e Investigación para la Vida Responsable (Partnership for Education and Research for Responsible Living)[13]

El movimiento de redefinición de las normas culturales a la luz de las exigencias de la justicia y la sostenibilidad está ya en marcha. En diferentes medidas, las destacadas instituciones culturales (gobiernos, agencias educativas y medios de comunicación, entre otros), así como empresas, organizaciones religiosas y la sociedad civil están llevando los valores de la sostenibilidad al frente de la consciencia pública.

Visiones más amplias del propósito del ser humano y la prosperidad están avanzando desde la periferia hacia el centro del discurso público. Se hace evidente que el camino a la sostenibilidad será uno de empoderamiento, colaboración y procesos continuos de preguntas, aprendizaje y acción en todas las regiones del mundo. Se moldeará con las experiencias de mujeres, hombres, niños, ricos, pobres, gobernantes y gobernados, cuando se le permita a cada uno desempeñar el papel que le corresponde en la construcción de una nueva sociedad. A medida que las poderosas corrientes de consumismo, consumo ilimitado, pobreza extrema y marginalización retrocedan, revelarán las capacidades humanas de justicia, reciprocidad y felicidad.

Comunidad Internacional Baha'i (mayo 2010)


[1] El objetivo principal del Marco de 10 Años para Programas es ser un marco mundial para la acción en cuanto al consumo y la producción sostenibles que los países puedan aprobar y con el que se puedan comprometer para acelerar el cambio hacia patrones de consumo y producción sostenibles, y así promover el desarrollo socioeconómico dentro de los límites de la capacidad ecológica de los ecosistemas y desligar el crecimiento económico de la degradación ecológica. El mayor desafío consiste en proporcionar no solo los programas clave para el marco, sino también los mecanismos para su implementación (por ejemplo, asistencia financiera, desarrollo de capacidad y asistencia técnica). Ver: Proposed Input to CSD 18 and 19 on a 10-Year Framework of Programmes on Sustainable Consumption and Production (Propuestas al CDS 18 y 19 sobre un Marco de 10 Años de Programas sobre Desarrollo y Producción Sostenibles). Tercer Borrador Público (2 de septiembre de 2009). Preparado por la Secretaría de Procesos de Marrakech: Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (DAES) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

[http://esa.un.org/marrakechprocess/pdf/Draft3_10yfpniputtoCSD2Sep09.pdf]

[2] «Aplicar una perspectiva de ciclo vital al sistema económico puede proveer una forma de estructurar el enfoque general del Marco para Programas de 10 años, así como de identificar necesidades concretas que requieren actuación y también protagonistas. Permite un enfoque único, bien en la producción o en el consumo, o bien un enfoque integrado en ambos, sin perder de vista el impacto económico, social y medioambiental de los productos y servicios a lo largo de todo su ciclo vital. Como está basada en el uso total de los recursos que entran en la producción de bienes y en la provisión de servicios así como en las emisiones y los residuos resultantes, esta perspectiva de ciclo vital ofrece una imagen holística de los aspectos que requieren solución, así como la posible intervención sinérgica a lo largo de la cadena de producción y consumo». Proposed Input to CSD 18 and 19 on a 10-Year Framework of Programmes on Sustainable Consumption and Production (ver Nota i).

[3] Ibíd.

[4]«La enorme energía disipada y desperdiciada en la guerra, ya sea económica o política, será consagrada a aquellos fines que extiendan el alcance de las invenciones humanas y del desarrollo tecnoló­gico, al aumento de la productividad de la humani­dad, al exterminio de las enfermedades, a la extensión de la investigación científica, a la elevación del nivel de salud física, a la agudización y refinamiento del cere­bro humano, a la explotación de los recursos no utilizados e insos­pechados del planeta, a la prolongación de la vida humana y al fomento de todo organismo que estimule la vida intelectual, moral y espi­ritual de la totalidad de la raza humana ». The World Order of Bahá’u’lláh (Wilmette: Baha'i Publishing Trust, 1991).

[http://reference.bahai.org/en/t/se/WOB/wob- 56.html]..

[5] Según el Worldwatch Institute, los gastos de consumo por persona casi se triplicaron entre 1960 y 2006. (Worldwatch Institute, State of the World 201: The Rise and Fall of Consumer Cultures. Nueva York: W.W. Norton & Company, 2010.) Se extraen cada año 60.000 millones de toneladas de recursos, 50% más que hace 30 años. (Tim Jackson, Prosperity without growth? The transition to a sustainable economy. Londres: Comisión para el Desarrollo Sostenible. Marzo de 2009; [http://www.sd-commission.org.uk/Publications/dowloads/prosperity_without...). La Evaluación de los Ecosistemas del Milenio de 2005 descubrió que un 60% de los servicios ecológicos (regulación del clima, provisión de agua fresca, tratamiento de residuos, comida proveniente de piscifactorías, etc.) se estaba deteriorando o utilizando de forma no sostenible. (Millenium Ecosystem Assessment, Ecosystems and Human Well-Being: Synthesis. Washington, DC: Island Press, 2005.)

[6] Ayuda en Acción (Reino Unido). Fact File. (http://www.actionaid.org.uk). Ver también: Sperling, Gen B. (Director del Centro para la Educación Universal, EEUU). The Case for Universal Basic Education for the World’s Poorest Boys and Girls. (Fundamentos para la Educación Universal Básica para los Niños y las Niñas más pobres del mundo). Noviembre de 2005. (Consejo de Relaciones Externas, www.cfr.org).

[7] Centro de Control y Prevención de Enfermedades. Economic Facts About U.S. Tobacco Use and Tobacco Production (Datos Económicos sobre el Uso y la Producción de Tabaco en EEUU). [http://www.cdc.gov/tobacco/data_statistics/fact_sheets/economics/econ_fa....

[8] Naciones Unidas. Comunicado de prensa. Secretary-General Calls for $30 Billion to Restructure World Agriculture, Create Long-Term Food Security (El Secretario General Pide 30.000 millones de dólares para Reestructurar la Agricultura Mundial, Crear Seguridad Alimenticia a Largo Plazo). 30 noviembre 2008. [http://www.un.org/esa/ffd/doha/press/foodsideevent.pdf]

[9] «El costo estimado de cerrar la brecha que existe entre las tendencias actuales y lo que se necesita para alcanzar el objetivo oscila entre los 10.000 millones y los 18.000 millones de dólares al año». Departamento de Información Pública de Naciones Unidas. Comunicado de Prensa. Secretary-General, addressing side event, spells out areas ‘crying out for action’ to advance implementation of water and sanitation agenda (El Secretario General, refiriéndose al evento paralelo, describe las áreas que «piden acción» para presentar la implementación de una agenda para el agua y saneamiento). 25 septiembre 2008. [http://www.un.org/News/Press/docs/2008/sgsm11813.doc.htm].

[10] Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. [http://www.iiss.org/whats-new/iiss-in-the-press/february-2010/report-mil... (los gastos militares no se ven afectados por la recesión]

[11] Al igual que el cuerpo físico posee capacidades físicas para moverse, crecer, etc., el alma también tiene capacidades, que se pueden desarrollar conscientemente. Entre estas capacidades se encuentran la consciencia humana, el poder del intelecto y el pensamiento racional, la capacidad de amar, la fuerza de voluntad, y la capacidad de iniciar y sostener acciones por el mejoramiento de la sociedad, por mencionar algunas.

[12] International Environment Forum: www.iefworld.org

[13] Partnership for Education and Research about Responsible Living:

http://www.hihm.no/hihm/Projektsider/CCN/PERL

 

Transformar las deliberaciones colectivas: valorar la unidad y la justicia

Transformar las deliberaciones colectivas: valorar la unidad y la justicia

Comisión de Desarrollo Social 48° período de sesiones 3 a 12 de febrero de 2010 Tema 3 a) del programa provisional* Seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y del vigésimo cuarto período extraordinario de sesiones de la Asamblea General: tema prioritario: integración social

New York—3 February 2010

El Secretario General ha recibido la siguiente declaración, que se distribuye de conformidad con lo dispuesto en los párrafos 36 y 37 de la resolución 1996/31 del Consejo Económico y Social.

 

 Declaración

Tal vez el modelo más cautivante para la integración de las culturas y los pueblos del mundo esté en la complejidad y la coordinación que caracterizan el cuerpo humano. Dentro de este organismo colaboran millones de células, con una extraordinaria diversidad de formas y funciones, para hacer posible la existencia humana. Cada célula, por pequeña que sea, tiene un papel que desempeñar en el mantenimiento de un cuerpo sano; desde su creación, cada una está vinculada a un proceso de dar y recibir que dura toda la vida. De la misma manera, los esfuerzos que se realizan en todo el mundo para construir comunidades guiadas por los valores de la cooperación y la reciprocidad están desafiando la noción de que la naturaleza humana es esencialmente egoísta y competitiva y se rige por consideraciones materiales. La creciente toma de conciencia de una humanidad común que yace bajo la superficie de nuestras identidades diferentes está redefiniendo nuestras relaciones como pueblos, como naciones y como coadministradores de nuestro entorno natural. Ya sea con obstinada oposición en algunas sociedades o como una esperada liberación de la asfixiante opresión de otras, el entendimiento de que todos somos parte de una familia indivisible de seres humanos se está convirtiendo en el principio por el que se juzgan nuestros esfuerzos colectivos.

En este tiempo de transición hacia un nuevo orden social, están cobrando impulso los procesos de integración social, junto a otros procesos de desintegración vinculados a aquellos. Mientras el colapso de los valores morales, el desgaste de las instituciones y un sentimiento de desilusión fomentan el caos y la decadencia en el orden social, las fuerzas de la integración construyen al mismo tiempo nuevas bases para la colaboración y transforman la naturaleza y el alcance de la acción colectiva. Estos procesos de integración se hacen visibles en fenómenos como el crecimiento de las redes sociales, facilitado entre otras cosas por la tecnología de la información, en un sufragio ampliado y la participación formal en la gobernanza, en los enfoques colectivos de la generación y la diseminación de los conocimientos, en la difusión de la educación y de la sensibilización sobre la interdependencia humana, y en la evolución de nuevos mecanismos de cooperación internacional. Asimismo, se pueden discernir procesos emergentes de adopción de decisiones que son cada vez más inclusivos, unificadores y justos, y que desafían el partidismo como forma de abordar los problemas que enfrentan unas comunidades cada vez más interdependientes.

En este contexto, la Comunidad Internacional Baha’i desea ofrecer su experiencia en un proceso de investigación colectiva denominado “consulta”, que sirve de base para la deliberación y adopción de decisiones en las comunidades baha’is de todo el mundo. La consulta es un enfoque de la investigación colectiva que une en lugar de dividir. Se invita a los participantes a expresarse en el debate libremente, pero de manera digna y educada. El desapego de las posiciones y opiniones propias sobre la cuestión que se está debatiendo es imprescindible; una vez que una idea ha sido compartida, ya no se asocia con la persona que la expresó, sino que se convierte en un recurso para que el grupo lo adopte, lo modifique o lo deseche. A medida que se desarrolla la consulta, los participantes se esfuerzan por identificar y aplicar los principios morales pertinentes para el asunto que tienen entre manos. Estos pueden ser la igualdad entre hombres y mujeres, el cuidado del medio ambiente natural, la eliminación de los prejuicios y la eliminación de la riqueza y la pobreza extremas. Este enfoque, a diferencia de los que promueven la confrontación y el debate partidistas, trata de desviar el debate hacia un nuevo centro, alejándola de los reclamos y los intereses enfrentados y dirigiéndolo al terreno de los principios, donde es más probable que surjan y prevalezcan objetivos y cursos de acción colectivos.

Se asigna gran valor a la diversidad de perspectivas y contribuciones que cada personas aporta a la discusión. La diversidad se aprovecha para enriquecer la investigación y la deliberación colectivas. Solicitar activamente las opiniones de aquellos a quienes tradicionalmente se excluye de la adopción de decisiones no sólo incrementa la disponibilidad de recursos intelectuales, sino que también fomenta la confianza, la inclusión y el compromiso mutuo necesarios para la acción colectiva. Dentro de las comunidades baha’is, por ejemplo, lo que modela la elección de los consejos locales de gobierno (llamados asambleas espirituales locales) es la valoración de la diversidad y de las minorías: en caso de empate, el puesto se adjudica al candidato minoritario.

Sin embargo, una diversidad de perspectivas por sí sola no proporciona a las comunidades un medio para salvar diferencias o resolver tensiones sociales. En el proceso de consulta, el valor de la diversidad está inextricablemente ligado al objetivo de la unidad. No se trata de una unidad idealizada, sino de una unidad que reconozca las diferencias y haga lo posible por superarlas por medio de un proceso de deliberación basado en principios: es la unidad en la diversidad. Si bien los participantes suelen tener distintas opiniones o interpretaciones de los temas que deben resolver, intercambian y exploran estas diferencias de manera unificadora dentro del marco de la consulta y de un compromiso con el proceso y los principios que la guían. En entornos donde las sectas, las facciones políticas, los grupos en conflicto y la discriminación arraigada debilitan a las comunidades y las dejan expuestas a la explotación y la opresión, la unidad, basada en la justicia, es una cualidad de la interacción humana que es preciso promover y defender. El principio de la “unidad en la diversidad” también se aplica a la manera en que las decisiones del órgano de consulta se llevan a cabo: se invita a todos los participantes a apoyar la decisión tomada por el grupo, independientemente de las opiniones que expresaron en el debate. Si la decisión resulta errónea, todos los participantes aprenderán de sus deficiencias y reconsiderarán la decisión en la medida en que sea necesario.

Los principios y objetivos del proceso de consulta se basan en el entendido de que los seres humanos son esencialmente nobles, que poseen razón y conciencia y la capacidad de investigar, comprender, sentir compasión y servir en aras del bien común. En ausencia de esta perspectiva, etiquetas como las de “marginados”, “pobres” o “vulnerables”, que ponen el énfasis en las necesidades y deficiencias, a menudo oscurecen estas cualidades y capacidades humanas. Indudablemente, el proceso de consulta debe abordar las necesidades y las injusticias subyacentes, pero como participantes de ese proceso cada persona deben esforzarse por ver en las demás su nobleza y potencial inherentes. A cada uno debe darse la libertad de ejercer sus facultades de razón y conciencia, de exponer sus puntos de vista, de buscar la verdad y el sentido de las cosas por sí mismos y de ver el mundo a través de sus propios ojos. Para los muchos que no han experimentado estas libertades, la consulta ayuda a iniciar un proceso por el que gradualmente se convierten en protagonistas de su propio desarrollo y plenos participantes de una civilización mundial.

La experiencia de la comunidad baha’i mundial, establecida en 188 países y 45 territorios, sugiere que el proceso de consulta es de aplicación universal y no se inclina a favor de ninguna cultura, clase, raza o género. Los baha’is se esfuerzan por aplicar los principios de consulta en el seno de sus familias, comunidades, organizaciones, empresas y órganos electos. A medida que se refina, esta práctica permite a los participantes alcanzar mayores niveles de conocimiento y comprensión acerca de los asuntos que deben considerar, a fomentar formas de expresión más constructivas, a canalizar diversos talentos y perspectivas hacia objetivos comunes, a construir la solidaridad de pensamiento y acción y a defender la justicia en todas las etapas del proceso. Para que estos procesos de integración se desarrollen y apliquen en todo el mundo y puedan realmente dar sus frutos, tendrán que ir acompañados de medidas dirigidas a brindar una educación universal, reformar las modalidades de la gobernanza, eliminar los prejuicios y la riqueza y la pobreza extremas y promover una lengua auxiliar internacional para facilitar la comunicación entre todos los pueblos y las naciones. Estas medidas darán lugar a formas de integración social unificadoras y justas, y a través de las cuales todos los pueblos pueden luchar juntos para construir un nuevo orden social.

Concluimos invitándolos a unirse a un proceso colectivo de investigación por medio de la consideración de las siguientes preguntas. Respecto del método de consulta: ¿Qué suposiciones sobre la naturaleza humana y la organización social subyacen a los patrones de deliberación y adopción de decisiones basados en la confrontación (por ejemplo, el debate, la propaganda, la parcialización, etc)? ¿Qué visiones de la naturaleza humana dan lugar a patrones de deliberación y adopción de decisiones solidarios, de naturaleza recíproca y cooperativos? ¿Cómo podemos fomentar los procesos deliberativos que alientan la libertad de expresión y construyen la unidad entre los participantes? ¿Qué estructuras sociales deben existir para apoyar procesos más inclusivos de deliberación y adopción de decisiones? ¿Cuál es el papel del liderazgo y la autoridad en la unificación de los procesos de deliberación y de adopción de decisiones? ¿Qué otros ejemplos hay de procesos integradores en la adopción de decisiones? Respecto de la integración social: ¿Cómo se pueden resolver las tensiones sociales en un marco unificador? ¿Cómo podemos garantizar que crear conciencia sobre las condiciones de injusticia que afectan a un grupo concreto y hacer frente a esas condiciones no reforzará las diferencias que dividen? ¿Cómo podemos garantizar que hacer hincapié en el valor de la unidad no refuerza los hábitos pasivos de aceptación y resignación, sino que más bien refuerza la voluntad de defender la justicia?

 

La Distribución Equitativa de las Responsabilidades entre Mujeres y Hombres, incluyendo ciudados

La Distribución Equitativa de las Responsabilidades entre Mujeres y Hombres, incluyendo ciudados

Comunidad Internacional Baha'i, declaración a la 53 ª reunión de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición de la Mujer. Tema: El reparto equitativo de responsabilidades entre mujeres y hombres, incluyendo los cuidados en el contexto del VIH / SIDA.

New York—28 February 2009

Nueva York
28 de febrero de 2009

El reparto equitativo de responsabilidades entre hombres y mujeres es un componente integral del establecimiento de relaciones de justicia arraigada en las relaciones en el que se basa el bienestar y el desarrollo de los individuos, familias y comunidades. No cabe duda de que, en este día, la igualdad entre hombres y mujeres-se manifiesta, en parte, a través de un justo y equitativo reparto de las responsabilidades- alcanzable y urgente. Si bien muchos de los gobiernos del mundo se han comprometido a la promoción de una asociación de igualdad entre hombres y mujeres en la familia, la comunidad y la vida pública, individuos siguen luchando contra los arraigados modelos de dominación y violencia que caracterizan a gran parte de la interacción humana.

El objetivo de compartir las responsabilidades plantea preguntas acerca de la naturaleza y el propósito de la vida humana y la forma de informar el alcance y la asignación de responsabilidades. La comunidad baha'i de todo el mundo se guía por su reconocimiento de la nobleza esencial de todo ser humano-la capacidad para desarrollarse espiritual e intelectualmente y se convierta en una fuente de apoyo y beneficio a los demás. Vemos a cada individuo como el poseedor de inestimable talentos, los cuales, a través de la educación, se pueden desarrollar, los cuales se manifiestan en el servicio al bien común. Además, mientras que los hombres y las mujeres son físicamente distintos, sus identidades son iguales espiritual-el alma no tiene sexo. Cada uno, entonces, debe desempeñar un papel en la lucha por el bienestar de los demás y en la co-creación de un orden social que fomenta la espiritual y bienestar material de todos los pueblos.

En este esfuerzo colectivo, el individuo, la comunidad y las instituciones de la sociedad desempeñan un papel importante. No es de hecho posible separar a una persona de su entorno y procurar una reforma sin la otra, la vida interior moldea el medio ambiente, y es a su vez profundamente afectada por el. El espiral descendente de desintegración familiar, la falta de oportunidades laborales y educativas para las mujeres, la proliferación de madres solteras o los hogares encabezados por niños, el feticidio femenino, el aislamiento de las mujeres de edad avanzada y la persistencia de la violencia contra las niñas y las mujeres son todos los síntomas de un orden social que todavía tiene que velar por la capacidad de colaboración, servicio, excelencia y justicia, latente en todo ser humano. En la medida en que las políticas gubernamentales y programas institucionales y de reconocer que el cambio social debe ir acompañada de una transformación de los valores humanos, se podrán llevar a cabo respetando los cambios en la dinámica que caracterizan a la asignación de responsabilidades, incluidas las de cuidados, entre hombres y mujeres.

En el plano individual el cambio requiere un replanteamiento fundamental de la forma en que se socializa a los niños para convertirse en hombres y cómo se lleva esta socialización en la familia, la comunidad y la vida pública. La diferenciación entre los hijos, las expectativas de los padres, así como el trato abusivo a las mujeres de la familia desde hace mucho tiempo hace que los hombres perpetúan un sentido de privilegio y superioridad. Además, han contribuido a reducir las definiciones de masculinidad y feminidad, la devaluación de las contribuciones hechas por la mujer y la perpetuación de los patrones de dominación, la opresión, así como la pobreza.

Reconociendo la necesidad de una transformación fundamental de las actitudes y comportamientos-para efectuar el cambio en la dinámica de la interacción humana- la comunidad baha'i de todo el mundo se ha centrado en la educación espiritual y moral de los niños, ayudándoles a formar una fuerte identidad moral y la capacidad para demostrar el principio de la igualdad de hombres y mujeres. Se ha hecho un particular hincapié en la educación de los niños, con edades entre 12-15 –pre-jóvenes. En esta edad crucial, los jóvenes están comenzando a desarrollar un sentido de responsabilidad moral personal y la toma de decisiones, están perfeccionando sus habilidades de pensamiento crítico y están ansiosos por explorar las muchas cuestiones a las que sus conciencias están despertando lentamente. En muchas partes del mundo ya soportan el peso de las dificultades de la vida y tienen la capacidad de pensar profundamente sobre el mundo que les rodea. A medida que navegan por este período crítico en sus vidas, se les debe dar las herramientas necesarias para reconocer las cuestiones morales subyacentes a las decisiones que tomen.

Esta etapa del desarrollo presenta una oportunidad importante para los padres, las comunidades y las instituciones, de ayudar a los jóvenes no sólo para desarrollar una identidad positiva, sino también para elevar su pensamiento y de adoptar una outward-looking orientación que inspira a trabajar en pro de la mejora de la sus comunidades. Para los niños, los esfuerzos en esta dirección deben proporcionar, entre otras cosas, las herramientas para desarrollar el coraje moral para asumir nuevos roles y responsabilidades, especialmente los tradicionalmente asociados con las contribuciones de las niñas; para las niñas, esos esfuerzos deben proporcionar las herramientas necesarias para descubrir y para empezar a desarrollar sus capacidades de amplio alcance en todos los ámbitos de actividad humana.

El énfasis en la transformación de actitudes también se refleja en las decisiones de varios organismos de las Naciones Unidas para trabajar con organizaciones religiosas y lograr la igualdad de género. En 2008, por ejemplo, tanto UNFPA1 y UNIFEM2 avanzaron en esta dirección: UNFPA reunió a más de 100 organizaciones y líderes religiosos para discutir la colaboración en áreas de género y cuestiones de desarrollo; UNIFEM puso en marcha una nueva asociación con 'Religiones por la Paz' en el 'Di NO a la violencia contra la mujer', campaña que trata de hacer participar a las comunidades religiosas en todo el mundo para conducir los esfuerzos para poner fin a la violencia contra la mujer. La decisión de comprometerse con las organizaciones religiosas da señales de una búsqueda de nuevas formas de pensar y perpetuando las condiciones injustas sobre las relaciones entre hombres y mujeres- específicamente, maneras informadas a través de dimensiones espirituales y morales de la vida humana.

Guiados por estas dimensiones, los esfuerzos de la comunidad baha'i para abordar sobre la igualdad de género también han asistido de cerca a la forma en que este objetivo se persigue. Una característica distintiva de las iniciativas Baha'is es que se desarrollan dentro de un objetivo más amplio de preservar y fortalecer la unidad de la familia y de la sociedad. Los métodos empleados tienen en cuenta los patrones culturales de la sociedad y adoptar un cambio de vista evolutivo y hacen hincapié en el fomento, la adopción colectiva de decisiones, la creación de confianza, y una complementariedad – más que una igualdad- de funciones.

Un ejemplo de estos principios en acción es el Instituto de Desarrollo para la Mujer Rural Barli en Indore - India, que se centra en la potenciación de niñas y mujeres tribales de zonas rurales desfavorecidas. El Instituto utiliza un enfoque del ciclo de vida global para proporcionar programas de capacitación, que enseñan y alientan a hombres y mujeres para demostrar la igualdad en el hogar, en la escuela, en el trabajo, así como en la comunidad, religiosa y la vida pública. El plan de estudios tiene un enfoque culturalmente sensible que busca erradicar actitudes arraigadas que perpetúan la opresión y las relaciones violentas. Si bien el plan de estudios aborda cuestiones tales como el abuso del alcohol, la violencia, el VIH / SIDA, y la explotación, los cuales se entienden como síntomas y no el problema en sí. El objetivo principal es, entonces, es hacer frente a los valores y actitudes, que son los principales obstáculos para el establecimiento de relaciones más justas. Los temas abordados por el plan de estudios son: compartir las responsabilidades de los padres, la igualdad del marido y la mujer, la educación de las niñas, el uso de la no contradicción de toma de decisiones, y servicio a la comunidad. Las parejas que han completado el plan de estudios han observado un mayor sentido de unidad en la familia, la reducción o el cese de la violencia física, una mayor capacidad para expresar sus pensamientos en el hogar y en público, y una creciente práctica de consultas para resolver problemas familiares.

En conclusión, instamos a los gobiernos reunidos en la Comisión sobre la Condición de la Mujer a:

  • Considerar las dimensiones espirituales y morales de las actitudes y las interacciones que han dado forma a la injusta división de responsabilidades entre hombres y mujeres;
  • Examinar los papeles que los individuos, las comunidades y las instituciones de la sociedad debe desempeñar y la interacción entre ellos para poder efectuar una más justa asignación de responsabilidades;
  •  Prestar especial atención a la educación de los pre-jóvenes de edades 12 a 15 años, que están dejando atrás la infancia y experimentando profundos cambios, tanto moral como intelectualmente, y
  • Considerar sobre la capacidad y conocimientos de las organizaciones religiosas para trabajar en pro de una transformación de actitudes y comportamientos.

 

Notas a pie de página:

 

  1. Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación Población
  2. Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer
  3. En 2007, el Fondo comenzó un esfuerzo más intenso para consolidar las redes de asociaciones basadas en la fe para enfrentar los acuciantes preocupaciones comunes, tales como la epidemia del SIDA, la violencia de género, el empoderamiento de la mujer, la reducción de la mortalidad materna, y la asistencia humanitaria crisis.

Reclamación de libertad de conciencia, religión

Reclamación de libertad de conciencia, religión

Seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y del vigésimo cuarto período extraordinario de sesiones de la Asamblea General: tema prioritario: la integración social

New York—4 February 2009

4 a 13 de febrero de 2009
Nueva York, Nueva York

 

 

o creencia en aras de la integración social

 

En momentos en que la opresión religiosa, el fanatismo y los enfrentamientos entre distintos sistemas de creencias hacen sentir sus efectos negativos en las formas de gobernanza, los marcos de desarrollo, la seguridad y los derechos humanos, nos complace que la Comisión de Desarrollo Social centre su atención en la integración social. Este tema, tan fundamental para todos los problemas que debe enfrentar la sociedad a todos los niveles, se ha definido como la capacidad de las personas de convivir con dignidad y respeto, y como un proceso de creación de sociedades estables y justas, en las cuales los individuos y las comunidades tengan la libertad de forjar su presente y su futuro. Aunque se ha prestado mucha atención a la eliminación de los obstáculos socioeconómicos para la integración social, el logro cabal de este objetivo requerirá que los países aborden otras cuestiones además de las nociones tradicionales de “excluidos” y “desfavorecidos”. Los esfuerzos de integración social reflejarán las diversas posiciones y aspiraciones de los pueblos del mundo, por tanto, los gobiernos deberán abordar una de las cuestiones más difíciles y desatendidas de nuestro tiempo: cómo garantizar a todos los individuos la libertad de conciencia, religión o creencia.

El ser humano no es sólo un animal económico y social, sino también un ser noble con libre albedrío y una conciencia que posibilita la búsqueda del sentido y la verdad. Sin la libertad para emprender esta búsqueda fundamentalmente humana, no son posibles la dignidad ni la justicia. Las naciones del mundo se han comprometido una y otra vez a respetar el derecho de las personas a elegir y cambiar libremente su religión o sus creencias, derecho consagrado en la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Sin embargo, prácticamente la mitad de la población mundial vive aún sometida a leyes que restringen el ejercicio de este derecho 1 . Además, se ha determinado la existencia de una relación entre las limitaciones impuestas a la libertad de religión y el deterioro del bienestar de la población en general, el aumento de los conflictos sociales, los malos resultados socioeconómicos y la inestabilidad política 2 .

A lo largo de los años, las Naciones Unidas han ido reconociendo cada vez más el importante vínculo que existe entre la religión, la libertad y el desarrollo humano. En la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social de 1995 se señaló que las sociedades deben responder más efectivamente a las necesidades materiales y espirituales de las personas y que la intolerancia y el odio religioso constituyen una severa amenaza para la seguridad y el bienestar de la humanidad 3 . En el Informe sobre el Desarrollo Humano de 2004 se reconoció por primera vez que la libertad cultural es una parte esencial del desarrollo humano y afirmó la vital importancia de la religión para la identidad de los pueblos 4 . El Informe sobre el desarrollo humano en los países árabes de 2004 hace una contribución igualmente importante a la cuestión y define la libertad simultáneamente como “garante y objetivo” del desarrollo humano y como el requisito primordial para el desarrollo de la región de los países árabes 5 . En realidad, no hay ninguna razón para pensar que la libertad de conciencia, religión o creencia sea un valor o una cuestión occidental. Esta libertad tampoco debe considerarse un lujo que debe alcanzarse sólo una vez satisfechas las necesidades básicas de alimentos y vivienda. Por el contrario, es esencial para los esfuerzos encaminados a restituir la dignidad humana y fortalecer la vida de la comunidad.

Varios acontecimientos que se están produciendo en el mundo ponen de relieve la necesidad de que la Comisión se ocupe de esta cuestión. En primer lugar, la circulación de personas e ideas está aumentando rápidamente y menoscaba los esfuerzos para crear comunidades pacíficas e integradas, sobre todo en países que tratan de imponer la homogeneidad de las prácticas religiosas o las creencias. La opresión religiosa sigue socavando la estabilidad social y política. En segundo lugar, en prácticamente todo el mundo, la religión se ha convertido en un importante tema político y social. Son las normas religiosas y culturales, y no las normas jurídicas, las que han demostrado ser poderosos factores determinantes de las actitudes y los comportamientos, lo cual debilita a muchos gobiernos y fortalece a otros.

En tercer lugar, el concepto de “difamación de las religiones”, que ha distorsionado el marco internacional de derechos humanos y puesto a prueba los mecanismos de derechos humanos, ha restringido selectivamente el espacio público para la exploración y el debate pacíficos de cuestiones relacionadas con las creencias, tan imperiosamente necesario en comunidades diversas y divididas. Además, la cuestión conexa del extremismo religioso como gran obstáculo para la integración social y la estabilidad aún no ha sido reconocida por las Naciones Unidas. En cuarto lugar, el actual debate acerca de la religión en el ámbito público ha sido impulsado en gran medida por extremistas: los que imponen su ideología religiosa por la fuerza y los que no dejan ningún espacio para las expresiones de fe o creencia en el ámbito público. Sin embargo, ninguno de los extremos representa la posición de la mayoría de la humanidad.

La libertad de conciencia, religión o creencia puede muy bien ser el siguiente objetivo en el camino hacia la integración social. Con cada una de las sucesivas batallas morales —centradas en la esclavitud, el apartheid, el racismo, la discriminación contra las mujeres o el nacionalismo— la humanidad ha roto barreras para la integración social y afirmado los cimientos de una comunidad mundial más justa. La Comunidad Internacional Baha’i desea aprovechar esta oportunidad para señalar medidas que podrían adoptar la Comisión, los gobiernos y la sociedad civil con miras a proteger la libertad de conciencia, religión o creencias y promover la integración social.

Toda estrategia a largo plazo para promover el entendimiento de esta libertad debe arraigarse en los esfuerzos para promover la alfabetización y la educación: las mujeres, los hombres y los niños que pueden leer sus propios libros sagrados o los de otras religiones o creencias, que tienen libertad para preguntar y debatir y que pueden participar en la generación y aplicación del conocimiento estarán mejor preparados para contrarrestar la fuerza de la ignorancia y el fanatismo. Los Principios orientadores de Toledo sobre la enseñanza acerca de religiones y creencias en las escuelas públicas 6 , iniciativa de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, constituyen un ejemplo reciente de esfuerzo para promover un mejor entendimiento del papel que desempeñan las religiones en el mundo pluralista de hoy. Aunque el entendimiento no basta para lograr un mayor respeto, no cabe duda de que su inexistencia explica muchos conflictos y estereotipos. Los principios orientadores no propugnan ningún tipo de enseñanza en particular sino que ofrecen orientaciones para elaborar y aplicar programas de estudio justos y equilibrados en su tratamiento de las religiones y las creencias.

Otro ejemplo concreto viene del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, donde el Gobierno, en respuesta a un informe reciente de su Comisión sobre Integración y Cohesión, lanzó un plan para hacer frente a las tensiones de la comunidad, que incluye un proyecto consultivo para elaborar una estrategia encaminada a promover interacciones significativas entre las personas de diferentes comunidades religiosas y entre las comunidades religiosas y la sociedad civil en general 7 . Estos son sólo dos ejemplos entre un creciente número de iniciativas dimanantes de las comunidades y las naciones de todo el mundo. Se observa un espíritu de experimentación en las comunidades e instituciones que proponen iniciativas para la integración, motivadas por el deseo de conocer, comprender y conectar. A medida que esos esfuerzos consigan una mayor capacidad, impacto y prominencia, irán aumentando su contribución al proceso de aprendizaje dinámico que promueve la integración social.

Recomendamos las siguientes posibles medidas para la promoción de la igualdad de conciencia, religión o creencia con miras a la integración social:

  • La Comisión de Desarrollo Social debe reconocer el papel que desempeña la libertad de conciencia, religión o creencias en el desarrollo social y en el establecimiento de sociedades integradas y justas.
  • Las Naciones Unidas y las partes interesadas deben realizar estudios de la relación que existe entre la libertad de conciencia, religión o creencia y diversas dimensiones del desarrollo social, entre otros: la igualdad de género, la pobreza, la educación, la producción de conocimientos y las estructuras socioeconómicas.
  • Los gobiernos podrían pedir al Secretario General un informe sobre la cuestión mencionada. Entre otras cosas, el informe podría examinar el impacto de las limitaciones de esta libertad en grupos especialmente vulnerables (por ejemplo, mujeres, niños, refugiados, minorías y trabajadores migrantes), para comprender mejor la forma en que se crean nuevas barreras para la integración social.
  • En colaboración con la sociedad civil, los gobiernos podrían elaborar una estrategia para facilitar consultas locales y/o regionales sobre el tema para sensibilizar acerca de esta libertad y servir de base a políticas gubernamentales.
  • Los gobiernos deberían elaborar directrices para la enseñanza de religiones y creencias en las escuelas públicas.
  • La Comisión podría solicitar al Comité de Derechos Humanos que emitiera un nuevo comentario general sobre la libertad de conciencia, religión o creencias (consagrada en el Artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos). Dado que se han planteado múltiples cuestiones relacionadas con esta libertad desde que el Comité emitiera su primer comentario general al respecto, en 1993 8 (por ejemplo, la difamación de las religiones, los derechos de las minorías), sería útil una mayor aclaración de la cuestión desde el punto de vista jurídico.

10. La libertad de conciencia, religión y creencias es un elemento fundamental del desarrollo humano y los esfuerzos para crear una sociedad justa y armoniosa. La tarea colectiva de avanzar hacia una integración y una cohesión cada vez mayores es impensable si una gran parte de la población mundial no goza de la libertad de participar en la exploración y el debate cuando su razón y su conciencia se lo exijan.

 

1 Boyle, K., & Sheen, J. (1997). Freedom of Religión and Belief: World Report. Londres: Routledge.

2 Marshall, P.A. (Compilador) (2008). Religious Freedom in the World. Plymouth, Reino Unido: Rowman and Littlefield Publishers.

3 Cumbre sobre el Desarrollo Social de las Naciones Unidas (1995), Informe de la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social. http://ww.un.org/esa/socdev/wssd/agreements.html.

4 PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) (2004); Informe sobre el Desarrollo Humano, 2004: la libertad cultural en el mundo diverso de hoy. Nueva York, Oxford University Press.

5 PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), Fondo Árabe de Desarrollo Económico y Social y Programa Árabe del Golfo para las Organizaciones de Desarrollo de las Naciones Unidas (2005). Arab Human Development Report 2004: Towards Freedom in the Arab World. Nueva York, Publicación de las Naciones Unidas.

6 Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa/Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (OSCE/ODIHR) (2007). Principios orientadores de Toledo sobre la enseñanza acerca de religiones y creencias en las escuelas públicas. Varsovia, Polonia: OSCE: Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos.

7 Department for Communities and Local Government (2008). Face to Face and Side by Side: A Framework for Partnership in our Multi Faith Society. Londres, Reino Unido.

8 Comité de Derechos Humanos, Comentario General No. 22. Artículo 18 (1994). Documento de las Naciones Unidas HRIGEN 1, Rev.1 a 35.

 

 

Que es la Comunidad Internacional Baha'i?

Que es la Comunidad Internacional Baha'i?

15 February 2008

La Comunidad Internacional Baha'i (BIC) es una organización internacional no gubernamental con afiliados en 180 países y territorios, que juntos representan sobre 5 millones de miembros de la Fe de Baha'i. Como organización internacional no gubernamental, BIC obra recíprocamente y coopera con las Naciones Unidas, sus agencias especializadas, con gobiernos, así como con las organizaciones inter-gubernamentales y no gubernamentales. BIC intenta promover y aplicar los principios - derivados de las enseñanzas de la Fe Baha'i - que contribuyen a la resolución de los actuales desafíos que enfrenta la humanidad y al desarrollo de una civilización unida, pacífica, justa, y sostenible. Actualmente, el trabajo de BIC se centra en la promoción de un estándar universal para los derechos humanos, el adelanto de las mujeres, y la promoción de medios justos y equitativos para la prosperidad global.

BIC tiene oficinas en las Naciones Unidas en Nueva York, Ginebra, y Bruselas; representaciones en la Unión Europea y a las Comisiones regionales de las Naciones Unidas basadas en Addis Ababa, Bangkok, Nairobi, Roma, Santiago, y Viena. Una oficina de Información Pública, situada en el centro mundial Baha'i en Haifa, Israel, disemina la información sobre la Fe Baha'i alrededor del mundo y publica un boletín de noticias trimestral, ONE COUNTRY.

 

BIC Document: #08-0215s

Erradicando la Pobreza: Avanzando juntos

Erradicando la Pobreza: Avanzando juntos

New York—14 February 2008

14 de febrero de 2008

Por fin se le ha acordado a la crisis de pobreza global una alta prioridad en la agenda internacional. Este desarrollo propicio ha desencadenado una ola de discusiones y de investigaciones sobre los medios de erradicar esta condición debilitante de la vida humana. Pero mientras promesas de acción renovada llueven desde los gobiernos y teorías tradicionales y acercamientos convencionales dejan de apagar prejuicios ancestrales, conflictos y abusos, un sentimiento de estar a la deriva se asoma sobre la empresa global de erradicación de la pobreza. Al mismo tiempo un optimismo palpable emerge de la atención y el impulso generado por la búsqueda de soluciones a este desafío mundial.

Los mecanismos de erradicación de la pobreza han sido definidos desde hace mucho tiempo principalmente en términos materiales. De hecho el pilar principal de los esfuerzos de la comunidad internacional de aliviar la pobreza ha sido la transferencia de recursos materiales. Aproximadamente $2.3 billones se han gastado en ayuda exterior en las últimas cinco décadas1. Trágicamente la ayuda, lejos de iniciar mayor auto suficiencia, con frecuencia ha tenido un efecto detrimente en las comunidades recipientes: mayor dependencia en ayuda extranjera, sumisión a prioridades dictadas desde fuera, malversación de fondos y menos presión por reformar el gobierno. En un empuje definitivo por cambio, Las Naciones Unidas ha buscado expandir los mecanismos de asistencia y reanimar el respaldo para el alivio de la pobreza con sus Objetivos de Desarrollo del Milenio2.

Ahora se reconoce cada vez más que condiciones tales como marginalización de las niñas y de las mujeres3, gobierno pobre4, antipatías étnicas y religiosas5, degradación del medio ambiente6 y desempleo7, constituyen obstáculos formidables para el progreso y desarrollo de las comunidades. Esto pone en evidencia que hay una crisis más profunda – una basada en los valores y las actitudes que moldean las relaciones de la sociedad en todos los niveles. Visto con esta perspectiva, la pobreza puede verse como la ausencia de esos recursos éticos, sociales y materiales necesarios para desarrollar las capacidades moral, intelectual y social de los individuos, comunidades e instituciones. Por ejemplo, razonamiento moral, decisiones de grupo, e independencia de racismo son las herramientas esenciales para el alivio de la pobreza. Esas capacidades deben moldear el pensamiento individual, tanto como los arreglos institucionales y de formulación de políticas. Para ser claro, el objetivo presente es no solo quitar las consecuencias de la pobreza sino incorporar las masas de la humanidad en la construcción de un orden global justo.

Los individuos y las instituciones deben trabajar en tándem para tomar esta tarea. Entonces uno de los objetivos del alivio de la pobreza se centra en el individuo: se debe ayudar a que reclame su dignidad y sentido de valor propio; se debe animar a confiar en el mejoramiento de su condición y a esforzarse por realizar su potencial. Debe nutrirse para que, más allá de lograr bienestar personal, llegue a ser una fuente de bienestar social, de paz, de felicidad y de provecho para los que le rodean. Es a nivel de servicio a los demás que nuestra humanidad obtiene su más elevada expresión. El segundo objetivo se centra en las instituciones, en todos los niveles de la sociedad. Ellas deben servir de canal a través de los cuales los talentos y energías de los individuos pueden disponerse en servicio a la humanidad. Los recursos que ayuden a desarrollar esta capacidad individual e institucional representan una verdadera fuente de riqueza para la comunidad.

A semejanza del mundo material que es gobernado por principios físicos, el mundo social es gobernado por principios morales, principios que son la base de una sociedad ordenada. Principios como: igualdad de género8, confiabilidad9, acceso a la educación, derechos humanos y libertad religiosa10, por ejemplo, tienden a correlacionar positivamente con medidas de bienestar socioeconómico y estabilidad. La interrelación de los desafíos provenientes de la pobreza requiere la articulación de principios capaces de lograr análisis normativos, toma de decisiones y desarrollo de indicadores para medir el progreso. El merito esencial de un proceso basado en principios es que dirige a los individuos y a las instituciones a no enfocarse en preocupaciones a corto plazo sino a considerarlos problemas desde una perspectiva sistemática y a largo plazo. Para que una decisión cualquiera reúna el apoyo necesario y produzca resultados, el proceso mismo de hacer las decisiones debe tener integridad: debe incorporar a aquellos directamente afectados por la decisión y debe ser gobernada por estándares éticos transparentes y acordados previamente.

Es en este contexto que la Comunidad Internacional Baha'i quisiera ofrecer dos principios como guía para los esfuerzos en el asunto de la erradicación de la pobreza: justicia y unidad. Estos principios fundamentan una visión del desarrollo en la que el progreso material es un vehículo para el avance moral y cultural de la humanidad. La justicia provee los medios capaces de aparejar el potencial humano para erradicar la pobreza entre nosotros, por medio de implementación de leyes, ajuste de sistemas económicos, redistribución de riqueza y oportunidades y adherencia firme a los más altos estándares éticos en la vida pública y en la vida privada. La unidad declara que el progreso es sistemático y correlacionado, que consideración por la integridad de la unidad familiar, nacional y la comunidad global deben guiar los esfuerzos por aliviar la pobreza.Gobierno

El asunto de la pobreza asigna una responsabilidad particular a los líderes elegidos y a sus gobiernos. Mientras algunos creen que la pobreza misma conduce a un gobierno deficiente, la causalidad con frecuencia está en la dirección opuesta: mejores gobiernos llevan a mejores resultados de desarrollo11. Central en el asunto de gobernar está inescapablemente el punto del carácter- los valores que un líder (hombre o mujer) trae a su oficio definen la dirección y los frutos de su trabajo. Confiabilidad es prominente entre ellos, porque fomenta credibilidad con el público y otros líderes, crea apoyo para las iniciativas del gobierno y genera estabilidad y seguridad. Los líderes efectivos no solo deben ejercer en el gobierno una ética impecable sino trabajar para fortalecer el carácter de las instituciones económicas, sociales, legales y educativas; para mejorar los programas reguladores y para manejar efectivamente los escasos recursos. En cuanto a salario, deben contentarse con una remuneración legal y modesta. Como la sustancia de la política se ha vuelto progresivamente más global, los líderes electos deben mostrar la visión y el valor de alinear progresivamente los intereses nacionales con los requisitos de la comunidad global en evolución.
>Justicia y derechos humanos<strong>

El esfuerzo de las Naciones Unidas en unir los esfuerzos de erradicación de la pobreza con las normas internacionales de derechos humanos es un paso positivo en alinear el trabajo del gobierno con los principios de justicia. Nuestra herencia común de las normas de derechos humanos (que abarcan los derechos de los individuos y de las familias; la libertad de conocer y de creer; la igualdad de hombres y mujeres; la igualdad recial; el derecho al trabajo y a la educación, entre otros) constituye el logro moral más significativo de la raza humana. Los derechos humanos, tal cual fueran ratificados por la mayoría de los gobiernos del mundo, deben, ahora, entrar en la cultura comunitaria y legal, y ser incorporados sistemáticamente en la leyes locales. Deben ser traducidos a todos los lenguajes y hacerse accesibles a todos por las instituciones educativas y por los medios de información. Así las normas de los derechos humanos llegarán a remplazar los sistemas legales defectuosos, caracterizados por la aplicación de leyes opresivas y arbitrarias y forzados sobre las gentes inconcientes de sus derechos e incapaces de expresar sus necesidades.
>Responsabilidad del individuo<strong>

Gran parte de la responsabilidad en la erradicación de la pobreza corresponde a los individuos mismos. Aun cuando la pobreza es producto de numerosos factores: histórico, económico, político y ambiental, también tiene una dimensión cultural, que se manifiesta en valores y actitudes individuales. Algunos de estos – como la subyugación de mujeres y niñas o la desvaloración de la educación o del derecho de un individuo a progresar - pueden exacerbar las condiciones de pobreza. Las cualidades humanas pertinentes, como honestidad, deseo de trabajar o cooperación, pueden reclutarse para lograr objetivos altamente exigentes cuando los miembros de la sociedad confían que están protegidos por estándares de justicia y están seguros de beneficios que aplican a todos. El enfoque en derechos humanos, con su énfasis en el derecho titular del individuo a un grupo de derechos, puede ser difícil de implementar sin embargo, sin una influencia moral acompañante necesaria para inspirar los cambios requeridos de actitudes y conducta.
>Género<strong>

El asunto de la igualdad de los géneros es uno de tales ejemplos: en las dos últimas décadas las naciones se han unido repetidamente para reconocer el papel crítico de la mujer en avanzar las obligaciones del desarrollo. Las ciencias naturales y sociales han descartado cualquier base de discriminación; la mayoría de los países han promulgado leyes que le conceden a la mujer las mismas oportunidades que al hombre; se han firmado y ratificado convenciones; se han implementado nuevas medidas y nuevos indicadores sociales. Aun así, la actividad de la mujer en las arenas de la ley, la política, la ciencia, el comercio y la religión, para nombrar solo algunas, todavía es sumamente deficiente. En las áreas donde la mujer ha ganado acceso a la educación, al empleo y a oportunidades de tener propiedades, se han observado efectos dramáticos a todos los niveles: a nivel de la familia, hay una división más equitativa de alimentos, recursos y cuidado de la salud entre los niños y las niñas; mayor porcentaje de alfabetización de niños y niñas, menor porcentajes de fertilidad que lleva a mejores condiciones económicas y salud maternal; y la introducción de nuevas preocupaciones al discurso público. Se ha demostrado que la alfabetización de la mujer, solamente, juega un papel mucho más importante en promover el bienestar social, que otras variables relacionadas con el nivel general de riqueza en la sociedad12. De hecho el bienestar de toda la familia ha sido alterado drásticamente cuando las circunstancias económicas y sociales y las actitudes de la comunidad han sido favorables al avance de la mujer. Pero la transformación gradual de las actitudes ha necesitado mucho más que medidas legales, ha requerido un cambio fundamental de las creencias en cuanto a los papeles del hombre y la mujer; y valor para desafiar las normas tradicionales.
>Actividad económica <strong>

Sin duda, la pobreza es mantenida por una interacción de factores sociales y materiales. Esta interacción determina los beneficios a la sociedad de los recursos materiales, si están concentrados en manos de unos o distribuidos equitativamente, si son benéficos o dañinos a la sociedad en general. Hoy, gran parte de la actividad económica y su contexto institucional están en conflicto con la sostenibilidad del ambiente, el avance de la mujer, el bienestar de la familia, el comprometimiento de los jóvenes, la disponibilidad de empleo y la expansión del conocimiento. Por ejemplo los gastos militares, que exceden $ 1billón13 y el comercio en drogas ilícitas, que es mayor de $300 mil millones14, exceden por mucho el costo estimado de cumplir con los objetivos globales de desarrollo de las Naciones Unidas en áreas de educación, salud, sostenibilidad y capacitación de la mujer15. Las teorías económicas de mercados impersonales, que promueven la acción egoísta de individuos, no le han ayudado a la humanidad a escapar los extremos de pobreza por una parte y de consumo excesivo por otra. Nuevas teorías económicas para nuestro tiempo deben ser animadas por una motivación mas allá de la ganancia. Ellas deben estar enraizadas en las dimensiones muy humanas y muy de relaciones de toda actividad económica, que nos enlazan como familias, como comunidades y como ciudadanos de un único mundo. Deben estar animadas por un espíritu de innovación, más bien que de imitación ciega; de ennoblecimiento, más bien que de explotación y deben contar con la completa y confiada participación de la mujer.
>Extremos de riqueza<strong>

Las consideraciones económicas en que se basan los esfuerzos por aliviar la pobreza generalmente se han enfocado en la creación de riqueza pero todavía no se ha considerado completamente el problema paralelo de sobre- enriquecimiento. En un mundo interconectado, donde la riqueza de muchos de los individuos más ricos del mundo excede el producto doméstico bruto de naciones enteras, pobreza extrema y riqueza extrema coexisten una al lado de otra. Mientras, en gran medida, el foco de los esfuerzos remediales se dirigen hacia los más pobres, es la concentración de riqueza en manos de unos pocos lo que necesita atención urgente. De hecho la riqueza extraordinaria generada por las corporaciones transnacionales podría ser una parte integral de la solución para tratar la pobreza, por medio de regulaciones estrictas que aseguren una buena ciudadanía global, la adherencia a las normas de derechos humanos y la distribución de riqueza en beneficio de la sociedad en general. Cuando se trata de la riqueza de una nación se debe medir como un valor social más bien que como una cantidad de dólares crudos. El producto doméstico bruto, por ejemplo, agrega la suma total de toda actividad económica - incluyendo la producción de armas, cigarrillos, etc.- sin considerar su merito social o el impacto en el medio ambiente. Nuevas medidas que tomen en cuenta la contaminación y los efectos económicos negativos y añadan los beneficios no remunerados, que hasta ahora no se han medido, son necesarias para tener una imagen más acertada de la riqueza y salud de una nación16.
>Desarrollo sostenible<strong>

Se ha reconocido ampliamente que la prosperidad económica ha llegado a un costo exorbitante para nuestro medio ambiente17. De hecho, ningún país ha surgido como una potencia industrial sin un legado de daño ambiental significativo, que afecta la seguridad y el bienestar de su propia población, e igualmente significativo, la de las naciones en desarrollo. El paradigma económico movido por crecimiento y basado en intereses nacionales a costa de variables sociales y ambientales y del bienestar internacional está bajo escrutinio creciente. Preguntas éticas desafiantes sobre la distribución de los recursos y la responsabilidad por los daños fuerza a los gobiernos a desarrollar mecanismos institucionales y a implementar políticas que consideren la prosperidad y la salud de la comunidad global y la de futuras generaciones. En cuanto a instituciones, a nivel global, se necesita una entidad, con una fuerte capacidad de asesoría científica, que agilice los procesos de información y decisión, y que incluya la voz de participantes que no sean estados. Debe enlazar coherentemente los asuntos ambientales con las prioridades sociales y económicas, porque ninguna de ellas puede avanzar por sí misma18. A nivel educacional, los currículos deben buscar desarrollar un sentido de responsabilidad hacia el medio ambiente y fomentar un espíritu de indagación e innovación, de manera que la diversidad de la experiencia humana pueda afectar el desafío de crear una ruta para lograr desarrollo con un ambiente sostenible.
>Agricultura <strong>

Un elemento central de una estrategia de desarrollo sostenible es la reforma de políticas y procesos agrícolas. Producción de alimentos y agricultura son la mayor fuente de empleo mundial; cerca del 70% de los pobres en los países en desarrollo viven en áreas rurales y dependen de la agricultura para su subsistencia19. Aun cuando el cultivo ha sido devaluado por las manufacturas y una población urbana en crecimiento rápido, la agricultura todavía representa la base fundamental de la economía y de la vida de la comunidad; la malnutrición y la inseguridad alimentaria ahogan todo intento de desarrollo y progreso. A pesar de este papel central, la pobreza con frecuencia se concentra en áreas rurales. Daño a los recursos naturales, deficiente información e infraestructura resultan a menudo en inseguridad alimentaria, muertes prematuras y emigración masiva a áreas urbanas en búsqueda de una vida mejor. Se debe dar al agricultor o agricultora su justa posición en el proceso de construir desarrollo y civilización: a medida que se reconstruyen las aldeas se reconstruirán las ciudades.
>Empleo<strong>

Proveer trabajo sensato representa un componente esencial de los esfuerzos de aliviar la pobreza. El comprometimiento sensato de los jóvenes es aun más importante a medida que las poblaciones urbanas crecen porque con ellas crecen las barriadas, los porcentajes de crimen, el uso de drogas, el desempleo, la fractura de las estructuras de la familia y el aislamiento social. Hoy los jóvenes entre 15 y 29 forman cerca de la mitad de los adultos en 100 naciones con desventaja económica20. Carencia de un empleo sensato solamente alimenta su desesperación y frustración. Pero no es la cantidad sino también la cualidad y el sentido del trabajo lo que necesita consideración. Ya sea arando la tierra o vendiendo mercancía, el trabajo de uno no debe reducirse a un medio para adquirir más bienes o un costo necesario de producción. El trabajo de uno es el medio de desarrollar el oficio de uno, o de refinar el propio carácter y de contribuir al bienestar y progreso de la sociedad. De hecho la lucha contra el desempleo debe comenzar con la dignidad y valor de todo labor humana, aun si es humilde, insegura, sin ganancia o sin renumeración.
>Conocimiento<strong>

Subrayar la significante participación en el avance de la sociedad y en los objetivos más elevados de la civilización es la fortaleza de la educación. Muchos programas de erradicación de la pobreza se han enfocado en aumentar la matrícula en educación primaria y secundaria – lo cual es el primer paso – pero también deben articularse los objetivos a largo plazo, es decir crear una sociedad en la que la producción, la difusión y la aplicación del conocimiento permean todas las facetas de la actividad humana. Esto requiere intervención a todos los niveles incluyendo prácticas de crianza que fomenten indagación, oportunidades educativas iguales para niños y niñas, desarrollo de fuentes de medios independientes, traducción de textos de otras culturas y promoción de innovación e investigación científica. Para ser libre para innovar, para diseñar soluciones a problemas complejos, la mente humana debe ser libre para conocer.
>Religión<strong>

El concepto del conocimiento que se necesita ahora para guiar los esfuerzos de aliviar la pobreza debe ser adecuado para dirigirse tanto a la pobreza de medios como a la pobreza de espíritu. Los recursos materiales son esenciales, por cierto, pero ellos solos no pueden generar una visión de la medida total de la prosperidad humana; ellos no pueden dar respuestas a las preguntas más profundas sobre la naturaleza humana o el propósito de nuestra existencia. Más importante aun, las dimensiones técnica y material solas no pueden obligar a efectuar los cambios en el carácter humano y en lo que se cree, necesarios par sobreponerse a la conducta destructiva que nos ha conducido a nuestra condición presente. Esas dimensiones no energizarían y sostendrían la voluntad humana para perseverar, para esforzarse por la excelencia, para servir humildemente, para crear, para buscar conocimiento, para cultivar la belleza y para buscar el bienestar de toda la humanidad. Abarcar la dimensión espiritual y su expresión en las religiones del mundo no es devolvernos a la superstición y al fanatismo ni renunciar a la investigación racional de ninguna manera. Más bien, es integrar en los esfuerzos de aliviar la pobreza, el reconocimiento de todas las dimensiones de la experiencia humana y entender cómo se manifiesta la pobreza en las dimensiones materiales y espirituales de la vida humana.

En nuestro esfuerzo de erradicar la pobreza, estamos sintiendo nada menos que los dolores de parto de una verdadera civilización global: nuevas maneras de pensar, nuevos estándares, nuevos arreglos legales e institucionales están luchando por establecerse. A medida que nuestro entendimiento de los problemas y las posibles soluciones se expande, un consenso global sin precedentes y su acompañante capacidad para cooperación internacional preparan el camino para un resultado mucho mayor que lo que hasta ahora habíamos podido lograr. Pero para generar el conocimiento y el compromiso necesarios para derrotar la pobreza, el espectro completo del potencial humano espiritual e intelectual necesita ser convocado. Y a medida que la totalidad de nuestra humanidad es comprometida, regenerará el armazón de nuestra civilización.

_______________________________________________________________________________

  1. Easterly, William. The White Man’s Burden: Why the West’s Efforts to Aid the Rest Have Done So Much Ill and so Little Good. The Penguin Press: Nueva York, 2006.
  2. Naciones Unidas. Los Objetivos del Milenio, lanzado en el año 2000, representan la estrategia de las Naciones Unidas para reducir a la mitad la extrema pobreza para el año 2015. Las metas a tiempo definido incluyen: erradicar los extremos de hambre y pobreza; promover la igualdad de géneros; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud maternal; combatir el SIDA, la malaria y otras enfermedades; asegurar un medio ambiente sostenible y desarrollar una cooperación global para el desarrollo.
  3. Mason, Andrew D. y Elizabeth M. King. Engendering Development through Gender Equality in Rights, Resources, and Voice. Un Reporte Investigativo del Banco Mundial. World Bank: Washington, DC, 2001; Towards Achieving Gender Equality and Empowering Women. International Center on Research for Women: Washington, DC, 2005; Chen, M. et al. Progress of the World’s Women 2005: Women, Work & Poverty. United Nations Fund for Women: Nueva York, 2005.
  4. Kaufmann, Daniel, Aart Kraay y Massimo Mastruzzi. Governance Matters IV: Governance Indicators for 1996 – 2004. World Bank: Washington, DC, 2005; Arab Human Development Report 2004: Towards Freedom in the Arab World. United Nations Development Programme: New York, 2004. En septiembre 17, 2007, El Centro Informativo de las Naciones Unidas reportó que un cuarto del producto doméstico bruto de los estados africanos - o $148 mil millones – se pierden en corrupción anualmente.
  5. Human Development Report 2004. Cultural Liberty in Today’s Diverse World. Un Programa de Desarrollo de la Naciones Unidas: Nueva York, 2004.
  6. Stern, Nicholas. Stern Review: The Economics of Climate Change, HM Treasury: Londres, 2006.
  7. World Employment Report 2004-2005. Employment, Productivity and Poverty Reduction. International Labor Organization: Ginebra, 2004.
  8. Vea la nota 3.
  9. Vea la nota 4.
  10. "The Failed States Index," Foreign Policy, Julio/ Agosto 2007, 55-63.
  11. Vea la nota 2.
  12. Sen, Amartya. Development as Freedom. Anchor: Nueva York, 2000.
  13. United Nations Peacekeeping Operations Background Note. Departamento de Información Pública de las Naciones Unidas: Nueva York. 30 noviembre 2005. (Las cantidades de dólares están al valor de 2005).
  14. World Drug Report 2007. Oficina de las Naciones Unidas sobre Drogas y Crimen: Nueva York, 2007.
  15. El Proyecto del Milenio de Las Naciones Unidas calcula que el costo de cumplir con los Objetivos de desarrollo del Milenio en todos los países sería aproximadamente $121 mil millones en 2006 y subiría a $189 mil millones en 2015. (UN Millennium Project 2005. Investing in Development: A Practical Plan to Achieve the Millennium Development Goals. Overview. Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas; Nueva York, 2005.)
  16. Medios alternos para calcular la riqueza nacional están siendo explorados por varios investigadores. El “Genuine Progress Indicator” (GPI) - Indicador del Progreso Genuino - es una de esas iniciativas. A diferencia del convencional “Gross Domestic Product” (GDP) - Producto Doméstico Bruto - el GPI intenta restar la contaminación y los daños a la economía y añadir beneficios que antes no se medían (p. e. trabajo hogareño y crianza de niños) para calcular una medida más certera de la riqueza de una nación. Para el 2002 (el año más reciente con datos de GPI), la organización estadounidense no gubernamental ‘Redefining Progress’ calcula que entre 1972 y 2002 el GDP per capita creció un 97%, y el GPI creció solo un 1%. (Jason Venetoulis and Cliff Cobb. The Genuine Progress Indicator 1950-2002 (2004 Update). Redefining Progress: Oakland, CA, 2004.)
  17. Informes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (establecido en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) son citados ampliamente en los debates de cambio climático. Los informes más recientes titulados: Climate Change 2007 incluyen: The Physical Science Basis; Impacts, Adaptation and Vulnerability; and Mitigation of Climate Change; y fueron publicados por Cambridge University Press, 2007.
  18. A nivel nacional, los voluminosos informes requeridos deben ser agilizados y consolidados para permitir que los países cumplan sus obligaciones de una manera eficiente y coherente.
  19. Dixon, John, Aidan Gulliver and David Gibbon. Farming Systems and Poverty: improving farmers' livelihoods in a changing world. Un estudio conjunto de la Organización de la Alimentación y de la Agricultura de las Naciones Unidas y el Banco Mundial. Roma y Washington, DC, 2001. URL: ftp://ftp.fao.org/docrep/fao/003/y1860e/y1860e00.pdf.
  20. World Watch Institute, Vital Signs 2007-2008, p.74.

Movilización de recursos institucionales, jurídicos y culturales para lograr la igualdad entre los géneros

Movilización de recursos institucionales, jurídicos y culturales para lograr la igualdad entre los géneros

Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer 52º período de sesiones 25 de febrero a 7 de marzo de 2008 Tema 3 a) i) del programa provisional Seguimiento de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer y del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General titulado “La mujer en el año 2000: igualdad entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI”: consecución de los objetivos estratégicos, adopción de medidas en las esferas de especial preocupación y medidas e iniciativas ulteriores: la financiación en favor de la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer Declaración presentada por la Comunidad Internacional Baha'i, organización no gubernamental reconocida como entidad de carácter consultivo ante el Consejo Económico y Social El Secretario General ha recibido la siguiente declaración, que se distribuye de conformidad con los párrafos 36 y 37 de la resolución 1996/31 del Consejo Económico y Social.

New York—1 February 2008

Declaración

El papel central que desempeñan las niñas y las mujeres en el desarrollo de las familias, comunidades y naciones se ha establecido claramente: las mujeres son las primeras educadoras de la siguiente generación; su educación tiene una repercusión enorme en el bienestar físico, social y económico de la familia; su participación económica aumenta la productividad y fomenta el progreso económico; su presencia en la vida pública se ha asociado a una mejor gobernanza y niveles más bajos de corrupción. Sin embargo, todavía ningún país ha conseguido la igualdad plena entre los géneros. Si bien las mujeres sufren las repercusiones más directas de esta continua desigualdad, el progreso de todas las facetas de la sociedad humana se ve entorpecido porque se impide a la mitad de la población mundial la realización de su potencialidad.

En los últimos decenios se han producido documentos históricos en los que se ha entrado en detalle en cuanto a los derechos de la mujer, se ha instado a poner fin a toda forma de discriminación contra la mujer y se han esbozado estrategias para promover la igualdad entre los géneros[1]. No cabe duda de que la aplicación sistemática de esas medidas exigirá un cuidadoso replanteamiento de las prioridades y procesos presupuestarios. No obstante, la financiación de este esfuerzo es solo una parte de la ecuación. Como la Comunidad Internacional Baha'i señaló en la declaración que hizo en el 51° período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, todavía existe una brecha enorme que separa el ordenamiento jurídico y la cultura, contenidos en los valores y normas institucionales, necesarios para lograr la igualdad entre los géneros[2]. La adopción de un enfoque amplio para la financiación de la igualdad entre los géneros hará necesario abordar la constelación de obstáculos culturales, institucionales y jurídicos que impiden el progreso que se necesita urgentemente de la mitad de la población mundial.

Desde esta perspectiva, ofrecemos tres medidas para su examen por los gobiernos: a) la adopción de una perspectiva de largo plazo que oriente los esfuerzos a corto y mediano plazo para financiar la igualdad entre los géneros; b) el uso de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) para la evaluación de los presupuestos nacionales, y c) la inclusión de perspectivas e instituciones religiosas.

Adopción de una perspectiva de largo plazo

Para articular una visión de la igualdad entre los géneros lógica y convincente los líderes tendrán que alejarse de las actuaciones predominantemente reactivas, de respuesta a situaciones de crisis. Junto con los objetivos de corto plazo tendrán que formular políticas desde una perspectiva de largo plazo, libres de las limitaciones intelectuales de los ciclos electorales. Centrarse exclusivamente en los objetivos de corto plazo con demasiada frecuencia equivale a limitarse a normas mínimas, orientaciones estrechas intolerantes y posiciones intermedias. Una orientación de largo plazo, con vistas a una, dos o más generaciones futuras, permitiría a los gobiernos estudiar opciones programáticas y normativas más diversas y considerar múltiples contribuciones, incluso las del sector no gubernamental, las empresas, y los sectores académico y no estructurado[3].

El primer pilar del enfoque de largo plazo es llegar a un consenso en cuanto a los objetivos más amplios del desarrollo y los resultados que deben lograrse. Los gobiernos deberán articular los objetivos de la igualdad entre los géneros en términos del bienestar de la sociedad en su conjunto: sus niños, niñas, hombres y mujeres, su paz y seguridad, su salud y su bienestar, el progreso económico, la sostenibilidad ambiental y sus instituciones de gobernanza. El segundo pilar del enfoque de largo plazo incluye la determinación de los progresos en función de los objetivos establecidos. Incluso en los países en que se tiene en cuenta la dimensión de género a menudo no se dispone de los instrumentos y sistemas de vigilancia para medir el impacto de sus políticas en las niñas y las mujeres. Como tales, los indicadores de desarrollo serán esenciales para determinar la efectividad de las iniciativas de financiación. Dada la diversidad de contextos nacionales y locales, los indicadores universales no serán aplicables, cada región tendrá que desarrollar los instrumentos más apropiados para sus circunstancias. La Comunidad Internacional Baha'i espera con interés participar en el debate sobre esta importante iniciativa.

Armonización de los presupuestos nacionales con las normas
de derechos humanos

Nuestra segunda recomendación a los gobiernos se refiere a las medidas para que los presupuestos nacionales se ajusten a las normas internacionales de derechos humanos. El presupuesto de un gobierno dista mucho de ser un valor neutral; refleja los valores del país, a quiénes valora, el trabajo de quiénes valora y cómo lo recompensa[4]. Si bien los presupuestos no suelen formularse teniendo en cuenta la perspectiva de género, la proliferación de las iniciativas de presupuestación por género indica que estos mundos están acercándose gradualmente para armonizar los procesos presupuestarios con las obligaciones de los Estados, de conformidad con las obligaciones que incumben a los Estados en virtud de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) . Este tipo de análisis de género ayuda a determinar las desigualdades entre los géneros en los procesos, consignaciones y resultados presupuestarios y evalúa las responsabilidades de los Estados de abordar esas desigualdades[5]. Sin embargo, para que el enfoque basado en los derechos sea efectivo, debe tener en cuenta no solo a la mujer sino todo su ciclo de vida, desde el nacimiento hasta la niñez y la juventud, ya que la discriminación empieza y aumenta en estas primeras etapas.

El enfoque basado en los derechos tiene precedentes. Varios países han conseguido el empoderamiento de la mujer en la esfera política, han aumentado su nivel de participación en la fuerza de trabajo y han facilitado un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar[6]. Los gobiernos saldrían beneficiados si examinaran de cerca las prácticas de los países que han logrado cierto éxito en estos problemas aparentemente inmanejables. Noruega, que, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), ocupa el primer lugar en el índice de desarrollo humano ajustado por género y en el índice de potenciación de la mujer, puede ser un ejemplo útil. Un análisis de políticas específicas en función del género y de los obstáculos jurídicos, institucionales y culturales a la adopción de ese tipo de políticas en otros países ayudaría a formular recomendaciones de política sobre la base de ejemplos concretos.

Incorporación de la religión y los líderes religiosos

Con demasiada frecuencia los encargados de la formulación de políticas se han mostrado reticentes a abordar las dimensiones culturales y religiosas de las actitudes que determinan el tratamiento que se da a las mujeres por temor al carácter potencialmente divisivo de ese tipo de iniciativas o por no saber a quién dirigirse o cómo proceder. Pero el logro de la igualdad entre los géneros ha sido extremadamente lento precisamente por el hecho de que las cuestiones de las funciones y responsabilidades de las mujeres ponen en entredicho algunas actitudes humanas profundamente arraigadas. Dada la tremenda capacidad de influencia que tiene la religión sobre las masas —ya sea para inspirar o para calumniar— los gobiernos no pueden permitirse hacer caso omiso a su respecto.

Si no hay un diálogo sostenido entre los gobiernos y las religiones florece el extremismo religioso. En muchas ocasiones exacerbadas por la pobreza, la inestabilidad, los cambios socioeconómicos que acompañan a la globalización y el acceso a las tecnologías de la información, las voces religiosas radicales han ejercido una tremenda influencia en la política y las normas públicas. Entre los afectados por estos cambios está el papel de la mujer en la vida pública como lo demuestra, en algunas partes del mundo, el retorno a un concepto estrecho del lugar que ocupa la mujer en la familia, en la comunidad y en el mundo. La disminución de la cantidad de fondos destinados a los derechos de la mujer se ha atribuido en parte a estos cambios sociales y culturales. La situación se complica aún más con el hecho de que muchos Estados continúan refugiándose tras reservas culturales y religiosas de los tratados internacionales relativos a los derechos de la mujer. Hoy en día, casi 60 años después de la adopción de la Declaración Universal de Derechos Humanos y 26 años después de la entrada en vigor de la Conferencia sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer —los gobiernos no pueden seguir ignorando las prácticas y doctrinas religiosas que violan abiertamente las normas internacionales de derechos humanos. Éstas deben estar sujetas a examen y escrutinio.

Pese a esta realidad problemática, las organizaciones religiosas constituyen algunas de las redes más antiguas y de más amplio alcance del mundo. En muchos países destrozados por los conflictos son las únicas instituciones que han sobrevivido. En las esferas de la salud, el medio ambiente, el alivio de la deuda y el apoyo humanitario, las organizaciones religiosas han liderado los esfuerzos por llegar hasta los sectores desatendidos e influir en las políticas gubernamentales. Además, dado el tremendo peso que tienen la religión y la cultura para formar la percepción del papel de la mujer en la sociedad, las organizaciones religiosas y los grupos interesados tendrán que participar de manera significativa en los esfuerzos por llevar adelante el programa de igualdad entre los géneros. Pese a que, en un principio, el lenguaje financiero y económico parece ser incompatible con el de la ética y los valores (común a las religiones), tanto los gobiernos como las organizaciones religiosas tienen que familiarizarse con la lógica y perspectivas mutuas, reconociendo que éstas hacen referencia a una misma realidad. Un sistema económico igualitario no puede existir si no se llega a un acuerdo acerca de los valores subyacentes y, no se materializarán las nociones de ética y de valores divorciados de las condiciones económicas.

Al adoptar una perspectiva de largo plazo, esforzándose por trabajar para armonizar los presupuestos nacionales con las normas de derechos humanos e incluyendo a la religión, los gobiernos pueden movilizar los recursos institucionales, culturales y jurídicos que facilitan los esfuerzos para financiar la igualdad entre los géneros. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el empoderamiento de la mujer no es un privilegio, un ejercicio técnico ni una fórmula mágica. Es parte de un ejercicio más amplio de creación de una sociedad ordenada en la que las relaciones entre el hombre y la mujer, los padres y los hijos, los empleados y los empleadores, los gobernantes y quienes son gobernados se ciñan a los principios de justicia y emulen las más altas aspiraciones de la humanidad.

[1]   La Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, la Plataforma de Acción de Beijing, la resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad, relativa a la mujer, la paz y la seguridad y los objetivos de desarrollo del Milenio han proporcionado una visión y planes concretos para proceder a la acción.

[2]   Comunidad Internacional Baha'i (2006). Beyond Legal Reforms: Culture and Capacity in the Eradication of Violence Against Women and Girls, Nueva York .

[3]   Dado que una persona tarda uno 17 años en completar sus estudios secundarios y unos 20 años en acabar los estudios superiores, con una perspectiva de largo plazo se podrían tener en cuenta y tratar de ajustar los recursos educativos de una nación de manera más plena.

[4]   Budlender, D. (ed.) (1996). The Women’s Budget, Instituto en pro de una alternativa democrática en Sudáfrica (IDASA), Ciudad del Cabo.

[5]   Elson, Diane. (2006). Budgeting for Women’s Rights: Monitoring Government Budgets for Compliance with CEDAW (Presupuestación en favor de los derechos de la mujer: supervisión de los presupuestos gubernamentales para el cumplimiento de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer), Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM): Nueva York.

[6]   Hausmann, Ricardo, Laura D. Tyson y Saadia Zahidi. (2007). The Global Gender Gap Report 2007. Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.

 

Transformación de los valores para empoderar a la niña

Transformación de los valores para empoderar a la niña

Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer Quincuagésimo primer período de sesiones 26 de febrero a 9 de marzo de 2007 Tema 3 a) i) del programa provisional

New York—26 February 2007
Seguimiento de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer

y del vigésimo tercer período extraordinario de sesiones de la
Asamblea General titulado “La mujer en el año 2000: igualdad
entre los géneros, desarrollo y paz para el siglo XXI”: consecución
de los objetivos estratégicos, adopción de medidas en las esferas
de especial preocupación y medidas e iniciativas ulteriores:
eliminación de todas las formas de discriminación y violencia
contra la niña

Declaración

La Comunidad Internacional Baha’i acoge con satisfacción el examen de la “eliminación de todas las formas de discriminación y violencia contra la niña” como el tema prioritario del quincuagésimo primer período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer.

También acogemos con agrado el estudio del Secretario General sobre la violencia contra los niños, el cual confiamos que pondrá de relieve esta cuestión fundamental y facilitará la formulación de estrategias a todos los niveles de la sociedad.

La Comunidad Internacional Baha’i considera que la era de formular marcos para eliminar la violencia contra las niñas ahora debe ceder el paso a un hincapié en la aplicación y la prevención. El reto que enfrenta la comunidad internacional consiste en cómo crear las condiciones sociales, materiales y estructurales que permitan a las niñas y las mujeres lograr su pleno potencial. La creación de esas condiciones no debe limitarse a las reformas legales e institucionales; más bien se precisan cambios profundos para crear una cultura en que la justicia y la igualdad prevalezcan por encima de la impetuosidad del poder autoritario y la fuerza física. La educación y la formación deben impartirse de forma que los niños crezcan intelectual y moralmente, inculcando en ellos un sentido de la dignidad y de responsabilidad por el bienestar de su familia, su comunidad y el mundo.

Ofrecemos las siguientes recomendaciones:

  • En la inteligencia de que el entorno que más influye en la niña es su familia, las intervenciones, las políticas y los programas nacionales e internacionales deben promover valores y actitudes que apoyen a la familia y permitan a hombres y mujeres trabajar juntos como copartícipes en un pie de igualdad en todos los ámbitos del desempeño humano.
  • Las instituciones docentes deberían formular una asignatura de desarrollo moral e incorporarla en sus planes de estudio. En el marco de esta asignatura, las escuelas Baha'i, por ejemplo, buscan el desarrollo integral del individuo, integrando lo espiritual y lo material, lo teórico y lo práctico, así como el sentido de progreso individual junto con el servicio al bien común. La concienciación sobre las cuestiones de género también deberían formar parte integrante de la educación de los niños, para impedir que se perpetúe la discriminación y los estereotipos de género.
  • Se necesitan mecanismos de consulta para la coordinación, la aplicación y el seguimiento a nivel nacional dirigidos a reforzar la comprensión por parte de la sociedad civil y los gobiernos de la responsabilidad que les incumbe en la aplicación efectiva de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Convención sobre los Derechos del Niño.

La Comunidad Internacional Baha’i y sus afiliados en 182 países se esfuerzan por dar al mundo un ejemplo de familias que no solo rechazan la violencia contra la niña, sino que también procuran crear un entorno de apoyo y comprensión en que las niñas y las mujeres son valoradas como copartícipes en un pie de igualdad con los hombres.

Pages

Subscribe to Spanish